
Jirí Trnka y Milos Makovec. Categoría: Película. |
Cisaruv slavík es, junto a El sueño de una noche de verano (1959), uno de los dos largometrajes más populares de la filmografía de Jirí Trnka. Eso se debe, en parte, a que es uno de los mejores de su siempre interesante trayectoria. No obstante, las principales razones no tienen tanto que ver con sus méritos artísticos como con otras cuestiones, entre ellas que adapte el apreciado cuento El ruiseñor, de Hans Christian Andersen. Es una propuesta apta para público infantil, cosa que habitualmente anima a los adultos a darle una oportunidad, aunque solo sea para entretener a sus vástagos un rato.
Por otra parte, su narración es más clásica que en otras obras de Jirí Trnka, al menos si se compara con sus más experimentales y vanguardistas trabajos, por ejemplo su debut, Špalíček (1947), que propone un rápido montaje rítmico y ángulos inusuales. Finalmente, ayuda que exista una versión doblada al inglés para la que la distribuidora estadounidense Rembrandt Films requirió los servicios de Boris Karloff como narrador. Por cierto, la versión francesa también contó con un ilustre narrador, pues el elegido fue el polifacético cineasta Jean Cocteau. [No tengo constancia de que exista una versión en español].
La versión de Jirí Trnka del cuento de Andersen, como de costumbre cuando un autor está al frente, introduce numerosos elementos que muestran su personalidad. El más claro, cuestiones de animación aparte, es el uso casi constante de música. La banda sonora de Václav Trojan es excelente, pero es que el cineasta la emplea de manera creativa, como cuando asigna un instrumento a cada uno de los animales que intervienen en la trama: una trompeta para la rana, un violín para el ruiseñor y un harpa -o instrumento similar- para el ruiseñor mecánico.
Y ahora sí, ocupémonos de la animación. Los muñecos son una vez más sencillos, pero con una atención al detalle exquisita en el diseño de su vestuario, labor que, por lo visto, realizaba Jirí Trnka. También aquí, salvo casos puntuales, prescinde de las expresiones faciales, de modo que la expresividad proviene de los precisos movimientos del cuerpo, como un pisotón especialmente fuerte, un brazo que señala, etc… Además, para tratarse de una obra de la primera mitad del siglo XX, la fluidez de estos movimientos es admirable. De hecho, uno de los animadores de los muñecos fue Břetislav Pojar, que luego dirigiría films de animación, así que había talento en el equipo de animación.
En definitiva, Cisaruv slavík es otra muestra de la personalidad del cineasta checo, cuyas obras de stop motion seguían su propio camino estético y narrativo.