
Ivan Ivanov-Vano y Aleksandra Snezhko-Blotskaya. Categoría: Película. |
La doncella de nieve es una de las cumbres artísticas de la animación soviética, del estudio que mejor la representa, Soyuzmultfilm, y del que posiblemente sea el más popular de los directores que trabajaron en el veterano estudio, Ivan Ivanov-Vano. El cineasta había dirigido, también junto a Aleksandra Snezhko-Blotskaya, el segundo largometraje soviético, El caballo mágico (1947), en el que ya se aprecian varios de los elementos clave que retomó aquí con aún más acierto. Me refiero al protagonismo del folclore ruso, a la detallista ilustración de paisajes naturales y arquitectura clásica y, finalmente, a un uso muy particular del color.
El film es una adaptación de la ópera La doncella de nieve, de Nikolái Rimski-Kórsakov, que a su vez se basó en la obra de teatro homónima de Aleksandr Ostrovski. Que se trate de una escenificación animada de una ópera resulta chocante para el espectador occidental, y desde luego es una fuente inusual, pero tiene sentido en el contexto del régimen soviético en el que nació. Con los estudios de animación financiados por el poder y a su servicio, entre las élites políticas estaba bien visto que difundiera la obra de los compositores nacionalistas. Es en ese contexto en el que se deben valorar diálogos como “en nuestra raza no hay cabida para castigos crueles”, que no dejan de ser irónicos en plena era de los gulags y las purgas estalinistas.
La condición de adaptación operística se aprecia sobre todo en la banda sonora, naturalmente, que es una versión acortada de la partitura de Rimski-Kórsakov. También en su narración, más cercana a la puesta en escena que se espera de una representación clásica en un teatro de la ópera que de una obra cinematográfica. Frecuentemente vemos largas escenas con los personajes prácticamente estáticos conversando o cantando. De hecho, casi no hay acción en todo el largometraje.
Quizá para compensar, incluye también numerosas danzas folclóricas, realizadas con la técnica de rotoscopia denominada Éclair. Pero incluso en estas danzas la cámara apenas si se mueve, de modo que el efecto es similar al de estar viéndolas sobre el escenario. En definitiva, aunque se aprecian ecos en el diseño de algunos personajes fantásticos como el fauno o los duendes del bosque, esta obra está lejos del modelo Disney.
El atractivo artístico del film no proviene tanto de su puesta en escena como de los preciosos fondos, del inspirado diseño de los personajes -la protagonista es de una belleza que asombra y posee un brillo rara vez visto en una propuesta animada- y de lo conseguida que está su realista animación. Aquí los pasajes realizados con rotoscopia casan tan bien con el resto de la animación dibujada a mano porque todo procura ser lo más naturalista posible. Por eso se considera un ejemplo clave del realismo socialista en la animación rusa.
Como bien señala Jordi Sánchez-Navarro en su estupendo libro La imaginación tangible (2020), “el paso del tiempo se hace más evidente en estas producciones soviéticas que en los títulos coetáneos de Disney, pero eso no debe ser obstáculo para que valoremos la importancia histórica de los estudios Soyuzmultfilm”. En efecto, ciertos aspectos han envejecido, pero más allá de que esa característica forme también parte de su encanto actual, lo que permanece intacto es el atractivo de su sobresaliente animación y su condición de rareza en la historia de la animación.
Copia en el canal oficial de Soyuzmultfilm (en ruso):