
Vladimir Polkovnikov y Aleksandra Snezhko-Blotskaya. Categoría: Película. |
El niño encantado es una adaptación de El maravilloso viaje de Nils Holgersson, obra publicada en dos partes, en 1906 y 1907, escrita por la autora sueca Selma Lagerlöf. Una fuente poco habitual en la filmografía de Soyuzmultfilm que, por mandado del régimen comunista, solía privilegiar a artistas soviéticos -o del Imperio ruso-.
Claro que este mediometraje no es el más representativo de la producción del estudio durante la década de los 50, pues aquí es evidente el enfoque predominantemente infantil. El resto de películas de ese periodo tienen pocas posibilidades de atraer a un niño del siglo XXI, esta, en cambio, es muy posible que le mantenga entretenido frente a la pantalla. Un niño como protagonista, animales que hablan, gnomos y una moraleja que sacar -si uno se porta bien con los demás le irá también mejor-: son los ingredientes de buena parte de creaciones animadas para público infantil. Es más, incluso en la música, en la que no aprecio elementos del folclore ruso, se nota ese enfoque. En fin, a diferencia de buena parte de la filmografía de Soyuzmultfilm de finales de los 40 en adelante, podría pasar por una obra de Disney.
Y sin embargo, en El niño encantado participaron habituales de la casa. De la dirección se encargaron Aleksandra Snezhko-Blotskaya, directora, junto a Ivan Ivanov-Vano, de dos obras clave de Soyuzmultfilm -el que durante mucho tiempo se consideró el primer largometraje soviético, El caballo mágico (1947), y la obra maestra La doncella de nieve (1952)-; y Vladimir Polkovnikov había dirigido más de una decena de cortos para el estudio. El guion lo firma Mikhail Volpin, autor de otro destacado film de la compañía, La princesa rana (1954), dirigido por Mikhail Tsekhanovskiy.
El mediometraje es algo menos ambiciosa que las más memorables producciones de Soyuzmultfilm, de modo que no hay realistas recreaciones de palacios, edificios, suntuosas decoraciones de interiores… Tampoco los fondos que ilustran la naturaleza parecen tan elaborados como en otras ocasiones, aunque no estén nada mal. Eso sí, la animación es de primera calidad, así que desde un punto de vista artístico e industrial es otra prueba del alto nivel del estudio.
Por otra parte, parece ser que en el pasaje que se inspira en el flautista de Hamelín, cuando el niño protagonista atrae a las ratas al tocar la flauta, al líder de las ratas los animadores le dieron un aspecto y modo de actuar similar al de Adolf Hitler cuando pronunciaba sus discursos con exagerada vehemencia. Hasta le pusieron el mismo tipo de flequillo y eligieron a Sergey Martinson como intérprete del personaje, el primer actor en interpretar al dictador en una película soviética. Son muchas coincidencias como para que no fuese deliberado.