
Kimio Yabuki. Categoría: Película. |
Toei Animation comenzó su andadura imitando el modelo de Disney. Era el que el público japonés conocía y el que le permitía albergar esperanzas de que algún distribuidor estadounidense comprara sus producciones, cosa que ocurría regularmente, aunque con escaso éxito. Sin embargo, durante los 60 fue progresivamente desarrollando un estilo más personal, más cercano a lo que en adelante se fue identificando con el anime. El pequeño príncipe y el dragón de 8 cabezas (1963) y Gulliver’s Travels Beyond the Moon (1965) son buenos ejemplos de esa vertiente.
Sin embargo, la década estaba por acabar y de pronto estrenó El maravilloso mundo del pequeño Andersen, en la que la influencia de Disney es de nuevo evidente. Se nota especialmente en la prominente presencia de animales adorables y parlantes con un claro propósito cómico, y en el recurso a canciones, que no era precisamente la especialidad del estudio japones.
En ese afán de internacionalización, no obstante, fijarse en Hans Christian Andersen era una sabia elección. Hasta entonces no había adaptado ninguno de sus relatos -lo haría en los 70 varias veces-, pero era una fuente habitual en el mundo de la animación: por entonces ya había servido como inspiración para ocho largometrajes, si no he contado mal.
La película no adapta uno de sus cuentos, pues se centra en su infancia, en el periodo en el que descubrió su talento para ser cuentacuentos, aunque sí incluye elementos de ‘Las zapatillas rojas’ y de ‘La pequeña cerillera’: este último protagoniza un emotivo clímax. La animación no es de lo mejor de Tôei Dôga, aunque incluye varias escenas logradas y bellas, como el ya mencionado desenlace y un baile real con flores como personajes.
Fred Patten, en su análisis para el libro The Animated Movie Guide (2005), le otorga tres estrellas de cuatro y escribe lo siguiente: “agradable producto para niños; un largometraje animado estereotipado y cliché del tipo ‘divertido para toda la familia’. Para finales de 1960, la industria de la animación japonesa estaba activamente diseñando producciones que tuviesen un potencial de mercadotecnia internacional, y Hans Christian Andersen y sus cuentos eran considerados un recurso en bruto particularmente rico -popular en Europa y América, y en el dominio público”.