Jan Svankmajer. Categoría: Película. |
“Alicia se dice a sí misma, os voy a mostrar un film. Para niños. Tal vez. Tal vez si uno se fía del título. Para eso basta con cerrar los ojos. De lo contrario no veréis nada». Con esas réplicas, pronunciadas por la actriz que interpreta a Alicia, comienza la adaptación libre que Jan Svankmajer realizó a partir de la obra de Lewis Carroll. Como además esas réplicas son ilustradas con un plano detalle de la boca de la niña, queda claro desde los primeros minutos que lo que vamos a ver es una versión experimental. Al menos así los espectadores que no digieran bien narraciones alternativas al modelo de Hollywood pueden huir pronto y ahorrarse el trago.
Parte de las claves de lectura del film están contenidas en ese primer diálogo. Por una parte, la experimentación formal y narrativa, pues Alicia es quien pone voz al resto de personajes y cada vez que ella lee un diálogo volvemos a ese invariable plano detalle de la boca. Es como si Svankmajer quisiera subrayar constantemente que se trata de una ficción, que no olvidemos que se trata de una actriz interpretando un rol, contándonos una historia: “os voy a mostrar un film”. Por otra, la naturaleza de sueño que adelanta la invitación a “cerrar los ojos” para ver, condición imprescindible para el sueño.
En una entrevista para la revista Electric Sheep, el director presentó así su visión: “Hasta ahora todas las adaptaciones de Alicia (incluida la última de Tim Burton) la presentan como un cuento de hadas, pero Carroll lo escribió como un sueño. Entre un sueño y un cuento de hadas hay una diferencia fundamental. Mientras un cuento de hadas tiene un aspecto educativo (…), el sueño, como expresión de nuestro subconsciente, persigue inflexiblemente la realización de nuestros más secretos deseos sin tener en cuenta inhibiciones morales o racionales, porque está dirigido por el principio del placer. Mi Alicia es un sueño hecho realidad”. En efecto, la de Jan Svankmajer es una de las más logradas recreaciones fílmicas de un sueño.
El cineasta checo recurrió a la animación stop motion para ilustrar ese sueño. De hecho, es un brillante ejemplo de mezcla de animación y actores de carne y hueso, así que coincidió en el tiempo con la más popular película en ese ámbito, ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988). La animación la realizó Bedřich Glaser y es asombrosamente fluida para ser el único animador que trabajó en el film. Claro que también se aprecia ese toque artesanal tan seductor de la animación alternativa de bajo presupuesto.
La combinación de la actriz que interpreta a Alicia -una Kristýna Kohoutová de ojos extraordinariamente expresivos que posee un rostro por momentos inquietante-, los decorados ricos en detalles y el fabuloso stop motion crea una sucesión de imágenes memorables, muchas de ellas de asombrosa fuerza, con un poder hipnótico difícilmente explicable y un alto componente surrealista. Cualidades estas que poseen habitualmente los sueños. Cierto que algunas escenas se alargan más de lo que un espectador moderno desearía, pero no hay ni un solo pasaje aquí que no proponga una inspirada ocurrencia visual o una imagen perturbadora que parece salida de una pesadilla.
En definitiva, como en ocasiones ocurre con la mejor animación, es un viaje a la imaginación de un cineasta.
Nota: Alice fue el tercer largometraje animado que adapta el clásico de Lewis Carroll, tras Alice au pays des merveilles (1949), producción franco-británica dirigida por Lou Bunin, Dallas Bower y Marc Maurette, que también combina ‘imagen real’ con stop motion, solo que con un resultado bastante menos estimulante; y la más popular de todas, Alicia en el País de las Maravillas (1951), de Disney. Sería la cuarta si se incluye una versión para televisión producida por Hanna-Barbera, Alice in Wonderland or What’s a Nice Kid Like You Doing in a Place Like This? (1966)