Shin’ichirô Watanabe, Tensai Okamura, Hiroyuki Okiura y Yoshiyuki Takei. Categoría: Película. |
La trama de la película transcurre entre los episodios 22 y 23 de la serie en la que está basada. Tan bien mantiene la continuidad respecto a Cowboy Bebop (1998) que uno tiene la sensación de estar ante un capítulo especial con duración de largometraje. Que parezca un episodio alargado es, al mismo tiempo, lo mejor y lo peor de la película. Por otra parte, es lógico que el guion de Keiko Nobumoto se centre en ese periodo de la ficción, pues le permitía reunir a los cuatro personajes principales: la pareja de cazarrecompensas Spike Spiegel y Jet Black, su presa convertida en cómplice Faye Valentine y ese prodigio de vitalidad llamado Edward Wong. Es una lástima, por cierto, que estos dos últimos estén aquí poco empleados.
Esa sensación de capítulo de larga duración que seguramente provoque en quien conozca la serie implica que repite muchos de sus aciertos y puntos fuertes. Guiones ingeniosos y con toques de humor, interesantes reflexiones sobre la sociedad contemporánea, un distópico mundo futurista terroríficamente verosímil, atractivos personajes, buena narración, inspirada música empleada de un modo muy creativo… En fin, lo mismo que convirtió a Cowboy Bebop en uno de los mejores y más internacionales ejemplos de anime.
También implica, no obstante, que caiga en algunas de sus pocas limitaciones, como cuando abusa de la casualidad; del número de veces que uno puede estar a punto de morir pero salvarse en el último momento; y, cómo no, de los diálogos pronunciados en mitad de una batalla, cuando la intuición dicta que lo último en lo que uno piensa cuando lucha a muerte es en pronunciar ingeniosas frases o reflexiones existencialistas. Eso sí, esos mismos diálogos forman parte del encanto y de la personalidad de la serie, así que reconozco que si no estuvieran aquí los hubiera echado de menos.
Ahora bien, el extra de metraje, de presupuesto y de tiempo de creación que permite una película se nota, y para bien, en la calidad estética. El equipo de animadores pudo, por lo pronto, introducir más fotogramas, así que la animación es aún más fluida. Además, figuran largas escenas de acción de gran complejidad que no eran posibles en capítulos de 20 minutos. Finamente, la narración crece con planos más dinámicos y bien estudiados movimientos de cámara que imiten el rodaje de imagen real.
Un atractivo largometraje que conserva el poder de seducción de Cowboy Bebop pero que debería convencer también a quienes, a pesar de no haber visto la serie, disfruten con la ciencia ficción y/o el anime.