Anne-Lise Koehler, Éric Serre. Categoría: Película. |
¡Buenos días, mundo! nació como una serie cuyo piloto fue premiado en el Festival de Annecy 2015. Finalmente se convirtió en un largometraje que se estrenó en ese mismo prestigioso festival cuatro años después. En cualquier formato me hubiera parecido lo mismo: una obra excepcional.
Lo creo así por tres motivos principales. El primero es el realismo con el que retrata la naturaleza. Muestra el descubrimiento de la vida de una decena de especies animales, varias de las cuales no suelen protagonizar las películas animadas aptas para la infancia, como el búho chico, el somormujo lavanco, el martín pescador o el lucio europeo -un pez que, por cierto, puede llegar a pesar más de 30 kilos-.
Vemos sus vidas desde el nacimiento hasta la primera vez que se reproducen, en la mayor parte de los casos. El guion de Anne-Lise Koehler no esconde los aspectos más amenazantes de la naturaleza, entre ellos la facilidad con la que esos animales recién nacidos pueden ser devorados por otros o los contantes peligros a los que se enfrentan.
Sin embargo, ese realismo está tamizado por dos aspectos, que me parecen los otros dos grandes aciertos. Uno es cómo combina el tono documental con pequeños toques de comedia y mecanismos narrativos de la ficción: aunque los animales no mueven la boca, ni gesticulan, ni realizan movimiento alguno que no corresponda a los propios de su especie, sí escuchamos sus pensamientos. Estos son similares a los de cualquier niño que también descubre el entorno en el que le toca crecer. Además, la narradora escucha esos pensamientos y les aconseja, o advierte, o anima…
El otro es su encantadora estética. Los animales están realizados con papel maché, algunos de ellos recubiertos de hilos para tejer o material similar, y se mueven sobre decorados tridimensionales con fondos planos pintados. El efecto es visualmente muy singular. Nada que ver con la vertiente comercial contemporánea de la animación, cuestión por la que ya merece la pena que sea vista: es bueno ver propuestas estéticas y narrativas diversas, especialmente en nuestros primeros años de vida.
Anne-Lise Koehler y Éric Serre, que habían sido animadores en varias películas dirigidas por Michel Ocelot, firmaron un estimable debut que convence narrativa y visualmente. Es un canto de amor a la fauna y a la flora del planeta y una invitación a disfrutar de la vida al grito “¡buenos días, mundo!”.