
Michaela Pavlátová. Categoría: Película. |
Adaptación de la novela Frišta, de la periodista Petra Procházková, la película parte de una premisa singular: una mujer checa se enamora de un afgano, Nazir, y unos meses después decide irse a vivir con él al Afganistán post régimen talibán para casarse. Por qué una inteligente mujer universitaria toma esa decisión es sorprendente. Sin embargo, más allá del poder del amor, ese es uno de los aspectos más interesantes de My Sunny Maad: nos invita a reflexionar multitud de veces acerca de por qué alguien toma decisiones tan alejadas de nuestra forma de concebir el mundo, primer paso para tratar de comprenderlas o, al menos, para percibir la complejidad del ser humano.
La primera escena ya sitúa el choque cultura al que se enfrenta la mujer a su llegada a Afganistán: mientras vemos el maquillaje y vestuario con el que ha sido ataviada para la boda, su voz en off explica que a las novias afganas no se les permite sonreír durante la ceremonia porque entonces parecería que está impaciente por la noche de bodas. Esa es solo la primera de las reglas más o menos arbitrarias y sistemáticamente machistas a las que tiene que plegarse: le seguirán la sangre en la sábana -para mostrar su virginidad-, la prohibición de hablar con otros hombres o siquiera de mostrarse, el burka en la calle, la obediencia al marido…
Si el guion de Ivan Arsenyev y Yaël Giovanna Lévy resulta tan estimulante es porque no parece que edulcore nada la vida en el Afganistán que han dejado los Talibanes -pero qué sé yo, no he vivido nunca allí-, al tiempo que se esfuerza por mostrar las muchas caras de quienes allí habitan. Hay brutos, violentos, desconsiderados, sí; también hay cariño, amor y, teniendo en cuenta el contexto, un abuelo que hasta puede considerarse feminista.
Quizá la clave resida en la atención al detalle para situarnos en tan especial contexto socio cultural. Porque hay inteligencia y sentimientos no muy distintos de los de una democracia occidental, pero difícilmente se pueden borrar en solo unos años los estragos de un régimen dictatorial integrista. Basta pensar que, durante la dictadura franquista, la situación de la mujer en España era mejor, desde luego, pero no tan distinta en algunos aspectos como la sumisión oficial, por ley, al marido.
El guion y la mirada de Michaela Pavlátová parecen centrarse en los personajes femeninos, las grandes víctimas del relato, en su lucha por la emancipación y en la inevitable tensión que se produce entre su comprensible deseo de libertad y las tradiciones con las que han crecido. Como reflexión feminista, es muy valiosa e inusual. No obstante, también es muy revelador el personaje del marido, ese economista que ha tenido la suerte de poder estudiar en el extranjero y que, a su vuelta al país natal, se debate entre su deseo por hacer feliz a su mujer y un entorno que anula sistemáticamente al género femenino.
Es más interesante el guion y la estupenda narración de Michaela Pavlátová que la parte visual, aunque esta última tampoco esté nada mal. El diseño de los personajes tiene encanto y la ciudad en la que transcurre la trama está plasmada eficazmente. No es el tipo de estética artesanal que resulta encantadora, pero funciona bien para ilustrar el relato. En cuanto a la animación, como de costumbre con Gao Shan Pictures, está bien realizada, con su alto estándar de calidad.
Nota: junto a El pan de la guerra (2017) y Las golondrinas de Kabul (2019), forma una interesante trilogía animada acerca del Afganistán contemporáneo.