
Margot Reumont. Categoría: Cortometraje. |
Una visita a la casa en la que creció, el reencuentro con los objetos de su habitación, evoca en la protagonista, cual magdalena de Proust, vivos recuerdos de su vida allí. Hay en Câline escenas de la infancia de extraordinaria calidez -uno casi puede sentir las caricias amorosas de la madre-, un admirable realismo a la hora de retratar incómodos momentos de la adolescencia, hay también pequeños dramas domésticos y, tristemente, una visita de un monstruo que no se va por mucho que cierre los ojos para hacerse la dormida. Es esencialmente este último acontecimiento el que marca la vida de la mujer protagonista y con el que debe aprender a convivir, sobre todo cuando la visita impide obviarlo.
Aquello que cuenta es importante y el evento central resulta estremecedor. No obstante, como a menudo ocurre en los mejores cortos, especialmente los de animación, lo que hace de Câline una obra brillante es la delicadeza con la que está narrada y el magistral empleo del medio. Me refiero, por ejemplo, a la sencillez en el diseño de personajes y fondos; a la paleta de colores y como estos influyen en la percepción de las emociones; y al empleo de pasajes de animación artesanal, realizados con dibujo a mano sobre papel con carboncillo o material similar. Son estos últimos los que parecen servir como puerta de entrada a la percepción del mundo de la protagonista y recurre a uno de ellos para ilustrar el terrible incidente que padece en su adolescencia.