Cinanima 22: la buena esencia, en frasco pequeño

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Crónica escrita por Alfons Moliné:

(Cartel del festival)

Celebrado anualmente en la pequeña y encantadora localidad portuguesa de Espinho, a poca distancia de Oporto, Cinanima es el tercer festival de animación más antiguo de Europa (nació en 1977) de los que aún se celebran en la actualidad, solo superado por Annecy y Zagreb. Su 46ª edición, que ha tenido lugar los pasados 7 a 13 de noviembre, ha vuelto a reunir una buena selección de lo mejor de la animación mundial, además de constituir un vistoso escaparate de la vibrante animación portuguesa actual. Aquí se hace realidad el dicho de “La buena esencia, en frasco pequeño” (o en catalán, “Al pot petit hi ha la bona confitura”) porque, a pesar de que Cinanima ha sabido mantenerse como un festival pequeño en tamaño a lo largo de su existencia, la calidad de sus actos y proyecciones, inversamente, siempre ha gozado de un nivel elevado.

A modo de preludio, el pistoletazo de salida del festival tuvo lugar el día 5 con la proyección, fuera de concurso, de Unicorn Wars, que obtenía así su première lusa. Las sesiones competitivas, además de cortometrajes y largometrajes, también incluían la competición internacional de películas realizadas por estudiantes de animación y la competición de realizadores nacionales. En el jurado internacional de largometrajes es de destacar la presencia de un español, el “mago de la plastilina” Sam Ortí.

La gran estrella de la presente edición fue Los demonios de barro -o, en original, Os demónios do meu avó-, primer largo portugués en stop-motion, coproducido con España y Francia. Dirigida por Nuno Beato, la cinta narra la aventura de la joven Rosa, que abandona la superficial vida urbana para emprender una nueva existencia en el pueblo de su abuelo, en pleno Portugal profundo, donde deberá afrontar el reto de reconstruir la ruinosa casa de su difunto pariente y de ganarse el aprecio de los resilientes lugareños, además de resolver un misterio en torno a unas figuras de barro con el don de cobrar vida propia. Un canto a la vida rural y al crecimiento personal que merecidamente ganó el premio al Mejor largometraje, y que justamente ya ha iniciado su andadura por los festivales españoles en el momento de redactar estas líneas.

(Un momento de la entrega de premios)

Otro largo portugués, Nayola, dirigido por José Miguel Ribeiro y ya aclamado en varios festivales internacionales, ambientado en la guerra civil de Angola, obtuvo el premio del Público. Bestia, el mordaz retrato de la dictadura pinochetista realizado por el chileno Hugo Covarrubias, recibió el Gran Premio Cidade de Espinho. El premio António Gaio -llamado así en homenaje al que fue director de Cinanima durante 35 años, fallecido en 2015- destinado al mejor corto portugués fue para el entrañable O Homem do Lixo, de Laura Gonçalves, que obtuvo además el premio al Mejor Documental de Animación. Ice Merchants, otra de las recientes sorpresas de la nueva animación portuguesa, también multigalardonada internacionalmente y ya preseleccionada como candidata al próximo Oscar al mejor corto animado, obtuvo una distinción al Mejor Diseño de Sonido. En total, se otorgaron una veintena de premios y distinciones (aquí la lista completa).

Las proyecciones no competitivas ofrecieron, entre otras, una retrospectiva del francopolaco Piotr Kamler; How Queerful!, con la diversidad sexual y de género como tema; Tricky Women/Tricky Realities, presentando el trabajo de siete realizadoras femeninas; o Senses and Sensibility, sesión de cortos mayoritariamente abstractos que invitaban al espectador a “pensar el cine como un proceso físico” capaz de despertar nuestros sentidos. Finalmente, las sesiones Grande Panorama ofrecian una variedad de cortos agrupadas por temas como el medio ambiente o los derechos humanos, y en las sesiones familiares, destinadas a los espectadores más jóvenes, se pudo ver el largo catalán Mironins, de Mikel Mas y Txesco Montalt.

Aparte de las proyecciones, los visitantes de Cinanima pudieron asistir a actividades como la masterclass de Chris Robinson sobre el uso del collage en la animación o a la del mítico Tomm Moore sobre “Un estilo distinto de realizar cine de animación”, a la presentación Brinquedos Ópticos sobre los juguetes y objetos “precine”, a cargo de la veterana Regina Pessoa, o a los diversos talleres donde aprender desde cómo hacer tu fanzine hasta cómo crear un personaje. O, volviendo a Los demonios de barro, descubrir la exposición dedicada a las maquetas y figuras utilizadas en dicha película.

(Una de las maquetas de Los demonios de barro; búsquese el guiño a Miyazaki)

Pero el secreto del encanto de Cinanima no solo reside en la calidad de su programación, sino también y especialmente, en el ambiente acogedor que se respira en el Centro Multimeios, sede central del festival, punto de encuentro en el que es fácil hacer amigos que como tú, comparten una pasión sincera por la animación, con los que tomarte un café con un pastel de nata o una cerveza Super Bock en el bar del Centro y charlar durante largo rato sobre el tema. Además, Espinho siempre invita a pasear por las luminosas calles de esta apacible población costera y contemplar las olas desde su paseo marítimo, sin contar la opción de hacer una escapada a Oporto y visitar la Casa da Animação. Porque en Cinanima, donde todavía el aspecto artístico y estético del cine “imagen por imagen” prima por encima del puramente industrial, uno siempre se siente “en familia”. Por todo ello, esperamos estar allí de vuelta para la 47ª edición, a celebrar en noviembre de 2013.

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