Entrevista a Begoña Vicario

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Begoña Vicario es una de las artistas más interesantes del ámbito de la animación que apreciamos especialmente porque, además de su trayectoria en solitario, es una dinamizadora de la escena que ha impulsado numerosas obras colectivas. Por otra parte, es docente, investigadora y ha escrito varios libros sobre animación.

Este último dato es clave, puesto que al ser la autora de Mamá, quiero ser artista: entrevistas a mujeres del cine de animación, junto a Isabel Herguera, hemos querido conocer su visión de la animación desde el punto de vista de la perspectiva de género, que protagoniza la segunda parte de la entrevista.

Es triste comprobar que independientemente de la industria a la que nos dediquemos, las mujeres nos enfrentamos a los mismos obstáculos. Esta entrevista nos deja con la esperanza de que cada vez son más las mujeres que entran en carreras históricamente masculinas. Somos más las inconformistas que luchamos para que el éxito en la vida no se mida sólo por nuestra carrera profesional. También somos más las que alzamos la voz para defender los tan menospreciados pero esenciales valores tradicionalmente femeninos.
El mundo necesita un mayor equilibrio de valores y las niñas más Begoñas que las inspiren.

Tras tu paso por la universidad estudiaste animación en el estudio PILOT de Moscú y después en el Centro de Diseño de Vitoria-Gasteiz. ¿Por qué elegiste esas dos escuelas? ¿Qué te aportaron?

Yo creo que no elegí nada, en realidad…creo que me llevó la vida misma y tuve la intuición de dejarme llevar. En realidad yo fui a Moscú a practicar mi ruso y como era necesario que alguien te invitase a su casa para pasar más tiempo que una meras vacaciones, un amigo de mi profe de ruso, Serguéi Sramkovski, fue mi anfitrión. Resultó que Serguéi era animador en Pilot y allí impartían un curso de animación genial en el que me enrolé. Nunca pensé en tener la oportunidad de aprender animación de los mejores, yo, que era una animadora amateur y autodidacta…un sueño. Cuando volví de mi estancia en Moscú, el único sitio en los alrededores en donde se daba (por primera vez) un curso de animación era el centro de Diseño de Vitoria-Gasteiz y evidentemente quería seguir aprendiendo. Fue también muy bueno porque pude hacer importantes contactos con la gente que hacía animación en Euskadi, como Juanba Berasategi, el pionero de la Animación industrial en el País vasco y Edu Elosegi, que desde mi primer trabajo me ha ayudado tanto con la pospo.

¿Hasta qué punto crees que es importante la formación académica para un animador?

Pues me parece muy importante la formación, muchísimo, pero es un tema del que se puede hablar largo y tendido porque esta afirmación requiere muchos matices.

En primer lugar, la formación ACADÉMICA entendida como se entiende en nuestro país en la actualidad, es nefasta. Nunca un animador necesitará para crear su obra el nivel de teorización y sobre todo el formato al que la academia obliga, ni escribir artículos y tesis doctorales. Esta es una parte de la vida académica que es obligatoria sólo si te dedicas a la docencia, pero no es imprescindible para la producción y la creación.

Sin embargo, la reflexión y la teorización en sí, lejos de la burocracia y como introspección y análisis de la propia obra son muy interesantes y necesarias. Creo que todos los creadores que quieran crecer llevarán en la intimidad de sus talleres una especie de diario de producción en donde viertan todos estos pensamientos.

Por otra parte, si hablamos de la formación en el sentido de tener profesores que nos enseñen a animar, a utilizar de forma eficaz el software, que nos transmitan el conocimiento acumulado durante más de un siglo, pues absolutamente sí lo veo necesario. Para mí ha sido vital y sigue siéndolo, encontrarme con toda la gente que sabe más que yo y quien me conoce sabe que siempre estoy en “modo aprender”. Creo que tenemos un problema con el hecho de haber denostado durante unos años el concepto de enseñanza y haberlo reducido al aprendizaje del uso del software y nos hemos empobrecido. Estamos dejando desaparecer a la última generación que hizo animación analógica y técnicas antiguas y creo que lo lamentaremos, estamos rechazando una herencia muy valiosa.

Llegamos a tu trayectoria como directora. Tras dirigir varios cortos, en 1997 ganaste el Premio Goya al mejor cortometraje de animación por Pregunta por mí. ¿Qué supuso para ti ese reconocimiento? ¿Te abrió algún tipo de puerta o notaste mayor interés por parte de la industria cinematográfica?

Yo he estado siempre fuera de la industria, nunca me ha interesado aunque he tenido muchas oportunidades de desarrollar proyectos en ella. No me atrae la producción para el consumo masivo y afortunadamente no he necesitado trabajar en ello porque mi trabajo docente me ha dado suficiente para vivir. Después del premio Goya no pasó gran cosa, yo seguí con mi vida y mis proyectos. Tuvimos a nuestra tercera hija, hice mi cuarta película y éso sí, muchos amigos me afearon mi falta de ambición, que yo considero una bendición (en verso).

Eres una dinamizadora de la animación que ha impulsado multitud de proyectos como parte de un colectivo cuyo nombre, parece que definitivo, será Hauazkena [1]. ¿Qué te interesa tanto de los trabajos colaborativos?

Los trabajos colaborativos son todo ventajas, sobre todo si no necesitas alimentar tu propia obra/persona, no sé cómo llamarlo. Son geniales para hacer a la vez que haces otras cosas más personales por varias razones: la gente nos retroalimentamos cuando estamos juntas, nos cargamos las pilas y si nos comprometemos de verdad, el trabajo siempre se termina. Las tareas se pueden repartir y así es menos tedioso y cansado, se hacen nuevos amigos, nuevos colaboradores y se inventan muchas cosas entre todas, es genial.

¿Puedes adelantarnos algo de Ehiza, el más reciente proyecto del colectivo?

Hoy mismo he revisado la última versión de Ehiza (Caza) con los retoques que Xabier Erkizia ha dado a la banda sonora. Es muy emocionante siempre que vivimos los momentos finales de la edición, Edu Elosegi me dice: “mírala bien, aún podemos corregir algún pequeño detalle que se nos haya escapado” y yo miro y remiro el metraje y siempre tengo dudas de si dejar o no los defectos que veo y que me gustan tanto…detesto las cosas relamidas, qué aburrimiento!

La película empieza con una frase en varios idiomas que dice “Nunca pensamos que fuéramos a ser los siguientes…” y la escena siguiente es un elefante cayendo muerto por un disparo. Ese es el resumen del guión, abierto a mil matices pero con un significado muy directo que todo el mundo comprenderá. Ha sido un trabajo colectivo en el que Ruth Escobar, una excelente animadora especializada en animación científica se ha llevado la mayor parte del trabajo y los demás hemos seguido su ritmo y hemos realizado otras tareas.

Pasamos ahora a tu faceta como docente en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco. ¿Qué es lo que más te gusta de ser profesora de animación?

A mí me gusta casi todo de ser profa de animación: las clases, lo que aprendemos y experimentamos, la gente que conozco y la creatividad de lxs alumnxs…creo que sobre todo disfruto del hecho de inocular a los que se dejan, no a todos, claro, el virus de la animación. Es un momentazo el que vivimos cuando lxs alumnxs han hecho algo un poco a ciegas y al cómo se mueve algo les cambia en la mirada (yo quiero hacer más de ésto!!). Ese suele ser un instante memorable y después de tantos años en clases lo reconozco muy bien.

El dar clases, además, es un reto de aprendizaje para mí. Nunca puedo (ni quiero) dejar de aprender y dedico mucho tiempo a reciclarme, a probar cosas en el taller y a pensar en cosas nuevas que llevar a clase. Claro que hay que trabajar bastante en clase y a veces es frustrante y duro, incluso físicamente, pero quien sea friki de estas cosas ya me entiende…no hay dolor (emoticono de me troncho).

¿Puedes compartir algún consejo con alguien que quiera estudiar animación o que sea estudiante?

Pues algo que me encuentro continuamente es gente echada a perder porque han aprendido a animar con las herramientas de un software ántes de aprender realmente a animar. Nunca hay que hacer esto porque es muy difícil desaprender después…

Comprendo que un adolescente que quiere hacer animación y no tiene la edad o el tiempo para ir a una escuela, busque un tutorial del estilo “animación con Photoshop, Krita o After” (me da igual el software), se ponga a hacerlos y le parezca bien y se sienta poderoso cuando utilice con agilidad cualquiera de estas herramientas. Lo entiendo, pero es un error enorme. Las herramientas son solo herramientas y si la utilizas de maravilla seás un técnico maravilloso…que son muy necesarios también!

Conozco mucha gente que al haber aprendido primero a utilizar las herramientas que ofrece el software solamente puede pensar en ideas que ese software le permite hacer, y no al revés. Un artista hace lo contrario. Tiene una imagen a la que quiere llegar y busca las herramientas que le llevan a construirla, aunque sea pervirtiendo el uso de dichas herramientas.

Yo recomiendo aprender dibujando, usando las leyes de la física aplicadas al dibujo de movimiento y a partir de ahí creando un proyecto personal que no se parezca mucho a nada que ya conozcamos y después buscando la técnica más adecuada para llevarlo a cabo y las herramientas digitales que nos faciliten el trabajo. Qué hacen nuestrxs chavalxs dibujando manga?

¿Has creado algo durante el confinamiento?

Sí, he dibujado mucho durante el confinamiento y he dibujado algunos paseos por mi pueblo, Larabetzu. He publicado este, Km1 Larrabetzutik” (1Km por Larrabeztu), para el concurso «El arte del paseo» de ZAS, y dos piezas mas para presentar en Puntoyraya, que es una gozada de festival, le llaman el más radical del mundo.

Perspectiva de género:

¿Has sentido alguna vez que el hecho de ser mujer te ha puesto barreras profesionales?

Las mujeres siempre tenemos barreras profesionales, algunas impuestas desde fuera y otras autoimpuestas. Yo soy consciente de algunas de ellas y de otras no, porque desgraciadamente las he normalizado. El haberlas normalizado o no ser consciente de estas barreras no hace que las sufra menos, porque están ahí y vivo con ellas.

Mientras en nuestra sociedad se valoren más unas cosas que otras, mientras a mí se me valore más como realizadora que por mi labor docente, y aún más que porque cuido de mi entorno, todo seguirá igual. ¿No es acaso todo ello importante? Debemos pelear por un prestigio y reconocimiento (también económico) de todas las actividades que hacemos las personas, al fin y al cabo todxs estamos invirtiendo en ello nuestro mayor tesoro que es el tiempo de vida limitado con el que hemos nacido.

Cuando comenzaste tu trayectoria como animadora, ¿tenías alguna mujer como referente?

Siempre me he fijado en mujeres que hacían animación porque me interesaban mucho más, en general, los temas que ellas trataban y sus técnicas. Estaban Lotte Reiniger y Tyrlova, luego Caroline Leaf, por supuesto, y mis amigas Isabel Herguera e Izibene Oñederra

¿Puedes recomendarnos a alguna animadora o directora que te parezca particularmente interesante?

Hay un directorio de mujeres animadoras, Great Women Animators, que se va creando y ahí puedes encontrar ya a muchísimas. Ahí están Anca Damian, Candy Guard…las mayores y las más jóvenes…un número considerable de grandes creadoras. A mí me encanta Nina Paley, por ejemplo, por su trabajo en animación pero sobre todo por su discurso, pero muchas otras también, esencialmente porque cada una tiene su propio estilo.

En tu doble faceta de docente y productora, ¿has notado un aumento en el número de mujeres que se interesan por la animación?

Pues sí que ha habido un aumento de realizadoras en los últimos 10 años. Hace poco escribí un artículo[2] en el que precisamente hacía una cartografía de las mujeres realizadoras de animación en el Estado y me salían unas 80, prácticamente todas nuevas realizadoras de la última década. La diferencia la han marcado dos cosas, fundamentalmente: la proliferación de escuelas de animación y la llamada democratización de la tecnología, es decir que los medios ya están al alcance de muchas más personas y pueden trabajar sin tantos problemas de producción. El dato negativo está en el hecho de casi todas estas mujeres que menciono en mi artículo han podido hacer un solo cortometraje, habitualmente el de fin de carrera, y después no han tenido la mínima ayuda necesaria para hacer el segundo. Esto es un fenómeno que se ha repetido en la animación de autor en nuestro país desde siempre jamás, no solo con las mujeres.

¿Crees que ser mujer influye de algún modo en el tipo de cine que diriges?

Sin duda influye. Ser mujer influye en todo lo que eres, lo que dices y lo que haces porque influye en quién eres. Esta identidad secundaria, después de ser sapiens sapiens, claro, tiene un peso gigante en nuestra vida desde que nacemos y nos hace filtrar todos nuestros estímulos de una forma particular y común a otras mujeres. Los temas que tratamos tienen más que ver con la vida tal y como la vivimos, las aventuras cotidianas, los retos de cada día…creo que pisamos bastante más el planeta tierra…

Finalmente, respecto al libro Mamá, quiero ser artista: entrevistas a mujeres del cine de animación, cuando realizaste esas entrevistas junto a Isabel Herguera, advertiste algún patrón, es decir, comentaron similares dificultades o quejas profesionales, un punto de vista parecido sobre la industria, si se sienten representadas en el cine que ven (sea o no de animación), preocupaciones compartidas…

Es bastante general que las mujeres percibamos las limitaciones que tenemos en el desarrollo profesional de manera similar. En ocasiones he discutido con compañeras que dicen que en las universidades hay ya más mujeres que hombres aprendiendo realización, dirección, producción…y que dicen que quieren dirigir pero que a la hora de la verdad no lo hacen. Poquísimas mujeres dirigen o producen cine en nuestro país. Cuando oigo estos comentarios me dan mucho que pensar y lo primero que pienso siempre es:

1.- Si son casi todas las que no llegar a desarrollar la profesión, es porque hay elementos GENERALES que les están afectando, no es que NO quieran en realidad o no LUCHEN. Son elementos de fondo, hay que estudiarlos, no se solucionan las cuestiones intrínsecas a la cultura de un plumazo.

2.- Si las condiciones para dirigir/producir fueran distintas, tal vez hacerlo no sería un muro tan impenetrable. ¿Estamos consiguiendo que los equipos técnicos sean mixtos de manera que en el rodaje las directora no tenga que tener cojones y sin necesidad de sacar el látigo consiga que su equipo la respete? Lo mismo pienso en cuanto a los productores: ¿Tu productor/a está preparadx para respetar tu criterio y dar un paso atrás o va a tener una actitud a veces paternalista y a veces explotadora que muchas directoras han conocido?

3.-¿No será (y yo me inclino por esta idea, por lo que he conocido) que estamos muy hartas de que meterse a dirigir sea entrar en un engranaje que no deje NADA de espacio para tu vida privada y las mujeres jóvenes, que son muy inteligentes, no quieren dedicar toda su vida a una profesión, por muy bonita que sea? En general las mujeres tenemos tan presente la vida personal como la profesional, y responde a unos valores muy masculinos el priorizar el trabajo sobre todo lo demás. Yo encuentro muy interesante que las mujeres no queramos cambiar nuestros valores y que estemos luchando para que en vez de ningunearlas, se valoren otras cosas de la vida como el tiempo para las relaciones, el entorno vital y el equilibrio personal.

[1] Hauazkena (hau azkena) se traduce por “esta, la última” y se refiere a una broma interna del grupo que se repite cada vez que estamos trabajando en un nuevo proyecto. Siempre hay alguien que dice en mitad del taller “Esta es la última para la que me liáis”

[2] VICARIO, Begoña, 2018. “El cortometraje de animación realizado por mujeres en el Estado Español” en AnnetteScholz y Marta Álvarez (eds.), 2018. Cineastas emergentes. Mujeres en el cine del siglo XXI, Iberoamericana-Vervuert Madrid: Aproximaciones a las culturas Hispánicas Vol 4, pp. 111-126. ISBN: 978-84-9192-008-3.

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Siempre tardo al menos 10 minutos en explicar a lo que me dedico profesionalmente (UX), me gusta fabricar cosas, a veces no me duermo viendo una película y soy la única que se acuerda de La flor de los siete colores (Hana no ko Lun Lun).

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