LA CANCIÓN PERDIDA (LOST SONG).
3/10
En el ámbito de los originales de anime, Netflix empezó muy bien el 2018 con la estupenda Devilman Crybaby (2018), dirigida por Masaaki Yuasa. El resto del año, en cambio, lo dedicó a estrenar series decepcionantes: tras la floja Sword Gai: The Animation, presentó la igualmente poco recomendable propuesta que nos ocupa, de la que me cuesta mucho identificar a quien puede ir dirigida o para quien podría resultar entretenida.
La canción perdida propone un mundo en el que algunas personas tienen el poder de cantar canciones mágicas que pueden sanar o crear elementos como el agua, el viento o el fuego. No obstante, también pueden ser empleadas como un arma para destruir y matar: así de poderosas pueden llegar a ser esas canciones. Ese planteamiento alberga cierto potencial y puede dar pie a una reflexión sobre el uso como arma de lo que originalmente era una virtud. Sí incluye algo de eso, pero es un aspecto secundario en medio de excesos melodramáticos, tramas convencionales y personajes estereotipados.
Si hay en la serie aciertos de guion o inspirados detalles en la dirección, no soy capaz de apreciarlos. La animación es también muy normalita y no veo nada reseñable en ese aspecto. Además, abundan los personajes femeninos con pechos enormes realzados por generosos escotes, a pesar de que en ese contexto tienen escasa justificación.
De todos modos, lo peor con diferencia es el que debería haber sido su gran baza: las canciones. Ningún ser humano sensible y con un mínimo de cultura musical podrá creer que esas composiciones de comercial pop sinfónico, aderezadas por horteras y simplonas letras, posee cualidad mágica alguna. Para colmo las ilustraciones de esas interpretaciones no son nada imaginativas, así que esos fragmentos son como ver un videoclip de una estrella de ‘teen pop’.