SWORD GAI: THE ANIMATION.
4/10
Netflix inició la producción de originales de anime con dos series muy estimables: Castlevania (2017) y la estupenda Devilman Crybaby (2018), dirigida por Masaaki Yuasa, pero ese gran comienzo fue un espejismo, porque el resto de sus estrenos del 2018 en ese ámbito fueron bastante menos estimulantes. Sword Gai: The Animation forma parte de ese grupo de decepciones y sucedió a la también floja A.I.C.O. Incarnation.
Adaptación del manga escrito por Toshiki Inoue e ilustrado por Keita Amemiya, Sword Gai (Sōdo Gai), presenta un mundo en el que las espadas encierran espíritus demoníacos que poseen a quienes las emplean hasta convertirles en unos seres malignos denominados Busoma. El argumento es bastante más complejo que eso y parte del problema es que la serie, con sus múltiples subtramas y desviaciones de la línea argumental principal, acaba por resultar más confusa que otra cosa.
El guion es el aspecto menos logrado. Trata de tomarse muy en serio a sí misma, pero cuesta mucho tomársela en serio cuando constantemente propone giros increíbles; los diálogos están plagados de clichés; los acontecimientos suceden cuando a los guionistas les viene bien aunque no está nada justificado; y, para colmo, se saltan reglas básicas de la escritura como que un personaje no le cuenta a otro algo que ya sabe simplemente para que nos enteremos nosotros, espectadores. En fin, aunque la segunda temporada es algo más coherente y se centra más en lo esencial, son varios los momentos de auténtico despropósito.
Al menos hay ciertos aspectos que redimen esta propuesta y que la harán al menos tolerable para espectadores no muy exigentes que estén dispuestos a suspender su incredulidad. Me refiero a las escenas de acción, que especialmente hacia la parte final no están del todo mal, y a la animación, que es competente sin ser en absoluto maravillosa. Por otra parte, los Busoma están realizados con animación por ordenador pero están bien integrados en el conjunto. En cambio, la estética en ocasiones parece realizada por imitadores obsesionados con el anime comercial: no hay nada que resulte personal y el 90% de los personajes poseen cuerpos esculturales -y las mujeres grandes pechos, naturalmente-.
