EL HUNDIMIENTO DE JAPÓN 2020 (NIHON CHINBOTSU 2020).
8,5/10

Dos años después de su éxito con la muy interesante Devilman Crybaby, Masaaki Yuasa volvió a Netflix con otra mini-serie de diez capítulos. En un primer visionado, lo único que tienen en común las dos es que uno de los personajes principales se dedica también al atletismo. Por lo demás, da la sensación de que el cineasta japonés se esforzó por entregar propuestas muy distintas. Por lo pronto, llama la atención que abandona su habitual estética experimental, de caricatura extrema, para abrazar un estilo de anime clásico y más comercial.

La serie adapta y actualiza la novela de Sakyo Komatsu publicada en 1973, que imagina el hundimiento de Japón por el efecto combinado de un terremoto y la erupción del volcán Fuji. Explora por tanto un subgénero poco tratado en la animación, el de catástrofes o desastres, puesto que casi todo el atractivo de esas producciones depende del realismo logrado, aspecto que casa peor con el artificio que supone la animación. Al menos eso podría uno pensar a priori, porque uno de los prejuicios que derriba esta serie es que el medio sí es eficaz para mostrar un desastre natural con el mismo impacto en el espectador que la ‘imagen real’.

Uno de los retos a los que se enfrentan habitualmente estas obras de catástrofes es el paso de lo colectivo -la destrucción que afecta a casi toda la población de un lugar- a lo individual -la lucha por la supervivencia de uno o varios individuos-. Habitualmente lo primero resulta más espectacular que lo segundo y esta no es una excepción. Aquí, tras un espléndido e impresionante primer capítulo que muestra los efectos de un devastador terremoto, comienza una serie de episodios, centrada en un pequeño grupo de supervivientes, que conforman la parte más discutible de la serie.

Es admirable la ambición de Yuasa, pero es tanto lo que quiere contar que en ocasiones no queda claro en qué quiere poner el acento y la trama se dispersa inevitablemente. Todo sea dicho, esas desviaciones de la estructura clásica del relato de desastres deparan también algunos de los más estimulantes momentos. Pienso, por ejemplo, en el pasaje dedicado a esa suerte de secta liderada por una mujer que puede hablar con los muertos, en el que conviven escenas un tanto increíbles con algunas de las más memorables imágenes de la serie.

De todos modos, a pesar de su tendencia a la dispersión narrativa, Masaaki Yuasa une en el episodio final los principales hilos argumentales y refuerza su tesis: no importa la magnitud del desastre, porque el ser humano sale adelante hasta en las más adversas condiciones -la tesis no es nueva, su manera de expresarla sí es personal-.

Finalmente, aquí lo de ‘2020’ es clave en el título, pues el enfoque contemporáneo determina buena parte de los acontecimientos y como estos son narrados. La tecnología y las redes sociales -uno de los personajes es un famoso ‘youtuber’- son de nuevo protagonistas, como en Devilman Crybaby. Bien pensado, no son series tan distintas y el sello Masaaki Yuasa acaba por ser bien visible. Sus excesos argumentales repletos de casualidades altamente improbables, la hábil mezcla de géneros, los protagonistas adolescentes que se ven obligados a madurar de golpe, el (anti)héroe corriente en una situación excepcional, un muy peculiar sentido del humor… Si hasta hay una breve escena con raps. Definitivamente, a pesar de sus diferencias estéticas, no está tan lejos de otras series del director japonés.

El hundimiento de Japón 2020 (Nihon Chinbotsu 2020)amazonNetflix

Categoría: Serie.
Año: 2020.
País: Japón.
Género: Drama, Aventura, Acción.
Técnica: 2D, Anime.
Estudio: Science Saru.
Idioma: Japonés.
Característica: Clásico, Amistad, Viaje, Aventurado.
Capítulos: 10 de unos 25 minutos (1 Temporada).
Clasificación por edades: NR-16.
Streaming: Netflix.

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