SANGRE DE ZEUS (BLOOD OF ZEUS).
6/10
Sangre de Zeus llegó a a Netflix con el aval de Powerhouse Animation Studios, el estudio que produjo y animó Castlevania (2017), uno de sus mayores éxitos. Y en efecto, se reconoce la mano de la compañía en el diseño de los personajes y en el tipo de animación: para bien -espectaculares escenas de acción, cuidados fondos- y para mal -animación un tanto limitada en más de un pasaje, seguramente para ahorrar costes-. Ahí acaban sin embargo las similitudes con la adaptación del popular videojuego, porque la creación de Charley Parlapanides y Vlas Parlapanides se queda lejos en el apartado de guion.
El inicio es interesante, con dos buenos primeros episodios que exponen eficazmente la situación de partida e introducen a los personajes principales. También es atractivo el uso de la rica mitología griega, que tantas ficciones ha inspirado. Sin embargo, a medida que avanza la trama, está se va complicando cada vez más hasta alcanzar tintes casi folletinescos. Claro que el problema principal son los guiones, trillados a más no poder: ni siquiera falta la frase ‘o estás conmigo, o estás contra mí’. Si no fuera por eso, sería más fácil obviar la cantidad de lugares comunes que acumula este clásico argumento de lucha del bien contra el mal.
Llega un punto, en la parte final de la primera temporada, en la que lo de menos son los elementos de la mitología griega, así que a pesar del protagonismo de Hera y Zeus y diversas criaturas mitológicas, parece una excusa para desarrollar violentas escenas de lucha. El desenlace, por ejemplo, es tan excesivo, tan repleto de giros de guion y exageraciones, que podría pasar por una de esas parodias que circulan por internet, del tipo ‘cómo sería la mitología griega si fuera un anime’.
Luego, que todos los Dioses y la mayoría de personajes estén hipermusculados -Zeus es un cincuentón que no debe de faltar ni un día al gimnasio- y las Diosas, de cuerpo escultórico, luzcan generosos escotes, no ayuda mucho a dotar de credibilidad al conjunto, pero supongo que los responsables tenían claro que ese aspecto funcionaría como reclamo para más de un espectador.
