THE TEN COMMANDMENTS.
9/10
The Ten Commandments es la segunda serie de cortos que Phil Mulloy creó tras Cowboys (1991). Aquí los diez mandamientos de la religión judeo-cristiana le sirven como punto de partida o, como él mismo dijo, son “una estructura con la que puede trabajar y un set de ideas que reinterpretar por mí mismo”. Sin embargo, los temas que aborda son los de siempre -la influencia de la religión en la vida es uno de los asuntos que más le han interesado- y su manera de enfocarlos no varía nada.
Esto último implica dos cosas principales. Desde un punto de vista estético, repite sus dibujos a mano de estética cruda, con caricatura extrema, personajes esquemáticos de aspecto terrorífico, animación limitada y parco uso del color -todo en blanco y negro salvo el puntual uso de rojo y amarillo para ilustrar las llamas o la sangre-. Una vez más, la propuesta visual ya es lo suficientemente estimulante como para que los amantes de la animación alternativa tengan una cita con los diez cortos.
Desde un punto de vista narrativo, recuperamos su sátira mezclada con surrealismo y su pesimista -habrá quien diga realista- visión del mundo en la que prácticamente no hay un resquicio de esperanza o de redención para la humanidad. Los personajes de sus cortos están sistemáticamente condenados en cualquier época y contexto y solo se abre una puerta a la felicidad cuando traslada su atención a las moscas que se alimentan de un cadáver.
Para terminar, reproduzco aquí un fragmento de excelente artículo escrito por David Flórez a propósito de la trilogía Intolerance para la revista Tren de sombras, un comentario que se puede aplicar a esta serie: “otros cortos, otros autores, se habrían quedado ahí, en la simple presentación del mundo al revés, en el chiste al estilo de South Park que se pudiera revisitar una y otra vez, una vez superado el shock inicial. Sin embargo, como buen satírico, Mulloy tiene esa componente desengañada y desesperada que le lleva a desconfiar de toda amabilidad y buena educación. Para la mente satírica, detrás de cada hombre se esconde una bestia dispuesta a saltar en cualquier instante, a matar y a asesinar, para luego justificar sus acciones con bellas y hermosas palabras. Un final infeliz, por tanto, no es que sea necesario políticamente, es que es el único que existe, tanto en la ficción como en la realidad”.