LE PARFUM D’IRAK.
9/10
En verano del 2016, Feurat Alani, periodista francés de origen Irakí, comienza a publicar en Twitter su experiencia en Irak, desde su llegada en 1989, cuando tenía 9 años, hasta su vuelta en el 2004, ya en calidad de periodista. Publicó más de 1.500 tuits, acogidos con tanto entusiasmo que le impulsó a crear esta serie hecha posible gracias a la financiación de Nova Productions y a la participación de la cadena ARTE.
Le parfum d’Irak, estrenada en el 2018, narra su vida en el país en dos de sus etapas más convulsas: principios de los 90, durante el embargo y la guerra con Kuwait; del 2004 en adelante, con la ocupación estadounidense de un país en el que la violencia es cotidiana. Cierto que muchos de los capítulos están dedicados a la clase de acontecimientos que han protagonizado portadas de periódicos y reportajes en televisiones de todo el mundo, especialmente los conflictos bélicos y los atentados terroristas. Sin embargo, están enfocados desde una perspectiva inusual, la de alguien que ha conocido Irak en tiempos de relativa paz, que ha crecido allí y que ha temido por su vida más de una vez.
Por otra parte, también hay episodios que nos presentan a su peculiar familia -el dedicado a su primo, fascinado por la selección de fútbol francesa, es estupendo-, que cuentan con humor las costumbres iraquíes -impagable el de la lucha por la generosidad- o que muestran una cara más amable del país. Ahora bien, incluso en los episodios más simpáticos planea la sombra del autoritarismo y varios de ellos se centran en denunciar la dictadura de Sadam Huseín.
La serie, que dirige Léonard Cohen, está ilustrada con una sencilla y creativa animación 2D en la que destacan la reducida paleta de colores dominada por los colores cálidos y las metáforas visuales, como esos oficiales representados como lobos o un Sadam convertido en un temible cíclope con un ojo que todo lo ve.
Nota: en Cartoon Movie 2021 se presentó un proyecto de largometraje basado en la serie.