CANNON BUSTERS.
7/10
Cannon Busters adapta el cómic homónimo de LeSean Thomas, alguien que los amantes de la animación para adultos apreciamos especialmente por haber dirigido numerosos episodios de la esencial serie The Boondocks. En este caso no se encarga de la dirección y solo figura como guionista en uno de los episodios: sea o no esa la causa, la cuestión es que esta vez el resultado es bastante menos estimulante.
El cómic iba originalmente a ser continuado como novela gráfica, proyecto que Thomas abandonó al dar prioridad a una adaptación animada para la que lanzó una campaña en Kickstarter. Los fondos recaudados permitieron producir un piloto que atrajo el interés de Netflix. El gigante del streaming financió entonces esta serie de anime realizada por los estudios japoneses Satelight y Yumeta Company, con dirección del debutante Takahiro Natori y diseño de personajes de Tetsuya Kumagi.
Con una animación estimable y una estética atractiva, la serie es visualmente interesante, sobre todo por cómo mezcla multitud de influencias: el estilo anime de Satelight, un entorno inspirado en las películas del Oeste, ciudades futuristas altamente tecnológicas, ninjas, rōnins, robots antropomórficos… Algo similar ocurre con su guion, en el que se nota una constante tendencia a mezcla elementos sin dedicar tiempo a explicar por qué conviven en un mismo universo personajes y elementos tan diferentes. Esa heterogeneidad tiene su encanto, pero la cohesión o la creación de un mundo ficticio creíble no son sus puntos fuertes.
De hecho, creo que esa es la cuestión que limita el disfrute de la que, por lo demás, es una serie entretenida y eficaz. Da la sensación de que Thomas y el equipo de guionistas estaban más pendientes de crear un cóctel que resultase moderno y visualmente llamativo que de desarrollar una narración personal con personajes bien construidos.
Dicho esto, a los amantes de Cowboy Bebop, de los robots y, en general, de la ciencia ficción, seguramente les guste descubrir esta serie, aunque dudo que les entusiasme.
