TIGER & BUNNY.
8/10
La premisa de Tiger & Bunny es muy atractiva. Imagina un mundo futurista en el que los superhéroes participar en un programa de telerrealidad, una competición en la que suman puntos según el número de criminales que detienen, de tal modo que suben y bajan puestos en una clasificación. Además, llevan publicidad en sus trajes y a menudo la lógica del espectáculo prevalece sobre la lucha contra el crimen: por ejemplo, puede ocurrir que la realizadora le pida a un superhéroe que demore un rescate hasta que termine la publicidad.
Aunque la serie se centra en las partes de acción y en sus aspectos de fantasía y ciencia ficción -los poderes de héroes y villanos, las capacidades de sus trajes…-, resulta especialmente interesante por la vuelta de tuerca que aporta al subgénero de los superhéroes y, sobre todo, por su sátira de la sociedad japonesa contemporánea. Es sugerente cómo indaga en la difícil relación entre el bien y los intereses comerciales y en las vidas de los superhéroes: su conversión en objetos de consumo con mercadotecnia, su estatus social, su manera de compaginar trabajo y vida privada, etc…
La serie fue cocreada por el productor Masayuki Ozaki y el director Kei’ichi Sato, a lo que se suman las ideas aportadas por el estudio Sunrise Inc.. Lo mejor de la propuesta, además de lo ya apuntado, es la dirección de Kei’ichi Sato. Lo menos estimulante son los guiones, que incluyen habitualmente réplicas poco inspiradas u obvias.
Por otra parte, me parece acertada la mezcla de animación 2D dibujada a mano y 3D -para los trajes de los superhéroes, por ejemplo-, por mucho que esas dos estéticas no siempre casen bien. Este último aspecto mejora ligeramente en la segunda temporada puesto que, al estrenarse once años después de la primera, se nota el progreso tecnológico en el ámbito de la animación en 3D por ordenador.
El 8 de abril del 2022 llegaron a Netflix los primeros trece episodios de la temporada 2, y desde el 7 de octubre se pueden ver los doce que la completan.