John Murray Anderson. Categoría: Película. |
El rey del Jazz es una estimable película que los amantes del musical clásico de Hollywood seguramente disfruten. Con su ambiciosa aunque un tanto estática puesta en escena -muchos de los números musicales parecen una representación operística-, sus fastuosos decorados y su estructura de espectáculo de variedades sin un hilo narrativo, es un tipo de musical que pronto cayó en desuso pero que justamente por eso posee su atractivo como opulenta extravagancia.
Por otra parte, al contar con Paul Whiteman -a quien se refiere el título del film-, su orquesta y multitud de invitados entre cantantes y bailarines, la banda sonora y los bailes son una delicia que bien merecen un visionado atento. Además, es interesante la tesis que sostiene la película, la de que el jazz es “el nuevo ritmo” que acoge las músicas del resto del mundo. El clímax -en el que por cierto suena un breve fragmento del himno español, entre muchos otros- está enteramente dedicado a ilustrar esa tesis.
Pues bien, resulta que este largometraje es también recomendable para los amantes de la animación tradicional porque comienza con un fragmento de poco menos de cuatro minutos dirigido por Walter Lantz con la colaboración de William Nolan -artista especialista en fondos- y, según IMDb, de Ray Abrams. Ese pasaje inicial es importante para la historia del medio por ser la primera animación en Technicolor: como en el resto del metraje, se empleó el proceso de Technicolor con dos colores.
Por entonces, Walter Lantz acababa de ser nombrado responsable del departamento de animación de Universal Pictures -logrado, en parte, gracias a una partida de póker-, así que un encargo de esta índole para una superproducción del estudio, con la novedad extra del color, debió de ser un gran reto. La animación del segmento no es particularmente sofisticada, es similar a la de los cortos de Oswald the Lucky Rabbit que había realizado en el último año, y los fondos son incluso más sencillos, pero solventó bien el desafío técnico del color. Además, incluye varios inspirados gags visuales y está bien sincronizado con la banda sonora.
Tom Klein, en un interesantísimo artículo para Cartoon Research, profundiza sobre los aspectos técnicos y artísticos de la parte animada y escribe lo siguiente acerca de la influencia que tuvo en los siguientes cortos de Oswald que emprendió Walter Lantz: “Si ves El rey del Jazz y luego los dibujos animados de Oswald que fueron estrenados el año siguiente, resulta especialmente obvio cuantos enérgicos números son tomados del ‘songbook’ de Whiteman. (…) Si hay un dibujo animado que realmente destaca por su imitativa banda sonora es The Bandmaster (1931). Comparte un total de tres canciones con la película: “A Bench in the Park”, “Happy Feet” and “Ragamuffin Romeo”. Para la última canción, hay una secuencia animada de muñecos de trapo bailando que coincide con cómo la canción es interpretada en el musical de Whiteman con un dúo de danza profesional, Marion Stadler y Don Rose, que se mueve como muñecos en una rutina que había hecho famosa sobre el escenario”.