Tex Avery. Categoría: Cortometraje. |
King-Size Canary es un espectacular y divertidísimo ejemplo de la imaginación de Tex Avery y de su personalísima manera de enfocar la comedia en los dibujos animados. Parte de una premisa estándar en el ‘cartoon’: un gato callejero que evita la persecución de un bulldog y trata de comerse, sucesivamente, a un ratón y a un canario. La trama propone un lugar común tan manido que parece decir algo así como ‘da igual el punto de partida, la gracia está en cómo me desvío de las expectativas del espectador’.
Con esos ingredientes, Avery despliega su artillería de ingeniosos gags, en los que emplea prácticamente cada recurso de su manual: chistes meta (los personajes saben que están en un dibujo animado), ruptura de la lógica (la gravedad puede ser alterada), transformación exagerada de los cuerpos (el aumento de tamaño hasta proporciones monstruosas), ruptura de las expectativas (el ratón convence al gato para que no se lo coma) y expresiones usadas en su sentido literal (el ‘brainstorming’ es el cerebro del gato durante una tormenta). Todo para culminar en un brillante desenlace que rompe la lógica misma de la ficción y nos hace plantearnos cuales son entonces las verdaderas motivaciones de los personajes centrales.
Paul Wells, en su excelente libro Understanding Animation (1998), analiza el corto en el capítulo dedicado a los mecanismos cómicos de la animación, en un apartado titulado ‘Reconocimiento del tormento y el tabú’. A propósito de la obra, escribe: “representa otra evaluación de impulsos primigenios en el sentido de que se interesa principalmente por el instinto de supervivencia, sea para calmar el hambre o para vigilar ante una amenaza. En el mundo de Avery, estos impulsos se convierten en obsesivos, llevando a los personajes a extraños terrenos que tienen su propia lógica interna, una lógica que Avery sigue hasta sus inciertos finales. (…) Avery sigue la implacable lógica de una situación cómica hasta que la idea ha agotado sus posibilidades. Este acercamiento cambió radicalmente el ‘cartoon’ e incluso amplió las fronteras del filme en sí mismo”.
El corto fue votado como el décimo mejor de la historia por más de un millar de profesionales de la animación para el libro editado por Jerry Beck, The 50 Greatest Cartoons (1994). Mark Newgarden escribe lo siguiente a propósito de la obra: “no estoy aquí para proclamarlo una alegoría de la Guerra Fría, una fantasía fálica freudiana o un simulacro surrealista -no porque no lo sea (numerosos críticos, teóricos y franceses se me han adelantado), sino principalmente porque merece un comentario en sus propios términos: es un corto de la MGM con un gato y un ratón no protagonizado por Tom y Jerry en el que los personajes se vuelven muy muy grandes (es decir, muy muy divertido). Numerosos animadores han explotado esta premisa desde The Pet (1921), de Winsor McCay, pero ninguno hizo un trabajo más exhaustivo que Avery, y Tex Avery sabía que si lo grande es divertido, entonces más grande implica más divertido. Y el objetivo de Avery era hacer el ‘cartoon’ más cuantitativamente divertido de la industria».
Dada la popularidad del corto, ha sido parodiado en Los Simpson, El pato Darkwing y El laboratorio de Dexter.