Frank Capra y William T. Hurtz. Categoría: Largometraje, Especial. |
Tras Nuestro Sr. Sol (1956) y La maravilla de la sangre (1957), este fue el tercer especial que Frank Capra escribió, dirigió y produjo para The Bell System Science Series, la serie de divulgación científica de la que AT&T Corporation financió nueve entregas entre 1956 y 1964.
Capra, que por algo era un narrador maestro, plantea El extraño caso de los Rayos Cósmicos como si fuese una película de misterio. Más precisamente, logra que parezca una intriga criminal, solo que con los rayos cómicos como protagonistas: de lo que se trata es de encontrar al ‘ladrón fantasma’. Quizá por eso esta vez compartió la escritura del guion con Jonathan Latimer, escritor especialmente apreciado por sus novelas de crímenes, que también había ejercido de guionista para cine: escribió por ejemplo El reloj asesino (1948), un estupendo noir dirigido por John Farrow.
Desde un punto de vista narrativo, esta es la mejor entrega de las tres que dirigió Frank Capra, por mucho que repita la estructura de las precedentes. De nuevo, los personajes de Dr. Research y del guionista de televisión -interpretados por los mismos actores, Frank C. Baxter y Richard Carlson– explican el asunto científico abordado mientras departen con personajes animados que vemos en una pantalla situada en el estudio.
La diferencia es que esta vez esos personajes animados principales no son dibujos sino las marionetas de Charles Dickens, Edgar Allan Poe y Fiódor Dostoyevski. La premisa tiene su gracia: se va a entregar el premio al mejor escritor de novelas detectivescas y esos tres grandes escritores constituyen el jurado; como el escritor de televisión cree que ‘El extraño caso de los Rayos Cósmicos’ reúne los requisitos de las mejores historias de misterio, solicita que sea considerada para el premio.
Las marionetas, realizadas por William Britton Baird y Cora Eisenberg, alias Bil and Cora Baird, están muy bien, con un diseño caricaturesco que tiene su gracia y, por supuesto, con un excelente manejo -solo un breve pasaje con dinero queda un pelín artificial-. Eso sí, el guion convierte a Dostoyevski en el más malhumorado del trío. ¿Quizá por ser ruso y ser esta una producción estadounidense en plena Guerra Fría?
Lástima que la inclusión de marionetas implica la reducción de minutos de animación tradicional, que de todos modos es clave para ilustrar algunas de las más complejas explicaciones científicas. Una vez más, las partes de dibujos animados, dirigidas por William T. Hurtz, han envejecido mejor que el material de archivo. Además, en la parte inicial hay una divertida escena que introduce el efecto de los rayos cósmicos como si se tratase de una película de atracos.
Nota: 21 años antes de Apocalypse Now, he aquí un efectivo uso, en hasta dos ocasiones, de las valquirias de Wagner.