|
Clint Eastwood. Categoría: Película. |
Como escribió Miguel Hernández: “Con tres heridas viene: la de la vida, la del amor, la de la muerte”. Así de malherido aparece W. Kowalski (por cierto, apellido de otro extraordinario personaje cinematográfico: Stanley Kowalsky, protagonista de Un tranvía llamado deseo, interpretado por Marlon Brando. Ambos proceden de la emigración polaca.) Enorme y viejo personaje que encarna Clint Eastwood. Su rostro expresa con mucha contención un hondo dolor en el funeral de su mujer. Está rodeado de gente y lo vemos sólo, impenetrable, duro, refractario a cualquier consuelo, incapaz de comunicarse con su familia, familia que tampoco tiene ninguna vía de comunicación con él.
Pero los conflictos continúan de puertas a fuera. A Kowalski le resultan desagradables los vecinos, son de otra procedencia, asiáticos, hispanos, negros, el choque de culturas está servido y Kowalski no esconde su antipatía hacía este vecindario, tampoco hay vías de comunicación, no hay ninguna capacidad de ponerse en lugar del otro, todo lo contrario, sólo rechazo, sentimiento de soledad. Este suburbio de ciudad industrial está expulsando a los blancos, su propio mundo se desmorona, él mira con prevención todo lo que le rodea y el sentimiento de extrañamiento no para de crecer, su desolación aumenta, ha perdido lo que más quería y está enfermo y se siente culpable: sus vecinos asiáticos le recuerdan un pasado que no puede asumir ni soportar. El protagonista no cree necesitar lo que los demás pueden ofrecerle, por ejemplo, la ayuda del sacerdote, un descendiente de irlandeses, un personaje que escapa de todos los tópicos esperables y con el que, después de muchos obstáculos, logra un entendimiento. Pero eso sucede cuando el protagonista va abandonando los prejuicios que le impedían acercarse a los demás. La relación entre ambos es muy beneficiosa para los dos, llegan a entenderse y respetarse.
Ese mismo camino es el que sigue hacia sus vecinos asiáticos. Por un desagradable incidente, se acerca a dos jóvenes hermanos Hmong: una resuelta muchacha y un confundido y perdido adolescente que no acierta a encontrar su camino. A los dos los protege, los ayuda y recibe de ellos cariño y respeto, son su familia. Se convierte en el mentor del joven Thao, un personaje en formación, desconcertado, al que el viejo Kowalski le irá abriendo los ojos. Ya no es el personaje del principio, el que estaba hecho, aparentemente, de una pieza. Acaba aceptando lo que los demás le ofrecen y, al aceptarlo se siente mejor, hace por merecer a los demás, con creces, hasta la inmolación.
No puede dejar de mencionarse el objeto que da nombre a la película, ese Gran Torino, objeto de deseo para todos, signo de una época y, además, muestra de la importancia que la belleza y calidad de los objetos que nos rodean puede ofrecernos cuando casi todo lo demás sentimos que nos falla.
Es una película dramática, pero no escasean los momentos de humor, de distensión, como los vivos diálogos con el peluquero, que procede de Italia. He señalado las distintas procedencias geográficas y culturales de distintos personajes de la película porque esos variados orígenes han formado un país complejo, lleno de dificultades, de retos que ahora están apareciendo en otros países. La sociedad estadounidense nos lleva muchísimos años de ventaja y puede ser un modelo en muchos aspectos, aunque tenga otros que mejorar. La estructura es circular y, si el comienzo es climático, más intenso aún resulta el final, pero al mismo tiempo que conmovidos nos deja serenos, reconciliados ya definitivamente con el personaje y con esperanza, pues, en medio de la violencia y del dolor no todo está perdido y eso nos reconforta.
