Andrew Stanton. Categoría: Película. |
La siguiente película de Andrew Stanton tras lograr el mayor éxito de Pixar hasta entonces con Buscando a Nemo (2003) fue esta obra maestra. El estudio, los guionistas y el director tuvieron la osadía de proponer un primer acto sin diálogos, prácticamente cine mudo de no ser por el rico empleo de sonidos. Una exposición que presenta la Tierra abandonada y convertida en un enorme vertedero por la irresponsabilidad de los humanos. En esa primera parte, el film logra que miremos, a través de los ojos de un robot encargado de la limpieza, objetos cotidianos como si los estuviéramos viendo por primera vez.
Y ahora es cuando entramos en las cuestiones relativas a la animación, porque WALL·E, el robot que da título al film, es una maravilla de diseño. Por lo visto, el equipo de animadores se pasó un año viendo diariamente películas de Charlie Chaplin, Harold Lloyd y Buster Keaton, y fue el rostro inexpresivo de este último el que más les inspiró para crear un personaje protagonista sin apenas expresiones faciales, puesto que no posee un rostro. Es asombroso el rango de emociones que consiguen mostrar solo con el movimiento de los ojos y del cuerpo y el repertorio de sonidos. Claro que también es estupendo el diseño de EVE -nombre que, por supuesto, no es una casualidad-.
También imagino que esa primera media hora del film será ya ampliamente estudiada en escuelas de cine por cómo prescinde del diálogo, por cómo está filmada -la colección de planos es maestra- y montada y por cómo resulta tan atractiva, yo diría que fascinante, sin apenas acción.
Por otra parte, a diferencia de otros films de Pixar, que comienza de manera tan brillante que luego difícilmente pueden mantener el mismo nivel de ingenio, WALL·E cuenta con una segunda mitad igualmente interesante. No es tan singular una vez comienza la parte con humanos, pero ilustra una civilización de personas obesas y ociosas que resulta creíble de un modo entre cómico y, si uno se fija en el subtexto, escalofriante. Además, ese pasaje en el que la tripulación descubre que puede volver a la Tierra y se empieza a interesar por su vida en el Planeta logra que nos estemos mirando a nosotros mismos a través de los ojos de un humano, cosa que tiene su mérito.
Finalmente, WALL·E redondea sus muchos aciertos con un desenlace de acción que acaba por ser un canto de amor a la vida y que culmina el romanticismo que impregna toda la cinta. Para quien esto escribe, la mejor película de Pixar y una de las cumbres de la animación.