Marguerite Abouet y Clément Oubrerie. Categoría: Película. |
Aya de Yopougon es la adaptación de Marguerite Abouet y Clément Oubrerie de su propio cómic homónimo. No es lo habitual que los autores sean también responsables de la versión cinematográfica, pero tras el éxito de Persépolis (2007), que Marjane Satrapi dirigió junto a Vincent Paronnaud, es lógico que los productores tuviesen más confianza en que los historietistas trasladasen a la gran pantalla sus propias historias.
Apenas si tenían experiencia como cineastas -solo habían participado en El gato del rabino (2011), ella como actriz, él como productor- pero su debut en la dirección es muy estimable. En cualquier caso, lo mejor del film es lo que acertadamente mantuvieron de las páginas del cómic: la atractiva estética. Su ilustración de Yopougon a finales de los 70, una zona pobre de Abiyán, en Costa de Marfil, está llena de detalles y de planos del lugar que, además de ser muy bonitos, ambientan eficazmente el relato. Lo único que cambiaron fue el aspecto de los personajes, con un trazo simplificado para hacer viable su animación, pero la película parece una versión en movimiento del cómic y eso es un cumplido.
Respecto a la narración, hay altibajos en el ritmo, lógico tratándose de directores primerizos, pero el guion es muy interesante y sí manejan muy bien el tempo cómico de esta obra que tiene mucho de comedia de enredo. Ese es otro acierto: lo que se cuenta es más dramático que otra cosa, pero está contado con un sentido del humor que ridiculiza eficazmente las peores actitudes del lugar: esencialmente el machismo y el clasismo, problemas que no ocurren solo en Costa de Marfil.
Aya de Yopougon también muestra con éxito lo peligroso que es el efecto combinado de la pobreza y la falta de educación. Lo vemos en dos de las protagonistas, dos jóvenes bellas y despiertas que, a pesar de sus cualidades, se ven abocadas a perpetuar la situación de vulnerabilidad y pobreza en la que nacieron. Incluso a la tercera protagonista, una inteligente joven que quiere estudiar medicina, la dejamos en una situación incierta que no invita al optimismo: posiblemente sea el más lúcido ejemplo de por qué en ciertas zonas del globo el progreso cuesta tanto.
Por cierto, el film incluye cuatro anuncios de la época -no animados-, que son también muy reveladores: la publicidad suele retratar con bastante precisión a una determinada sociedad de un momento concreto.