Samuel Ortí Martí. Categoría: Película. |
Si ya es inusual que se produzca en España un largometraje de stop motion -cosa que no deja de ser un tanto triste-, aún es más increíble que exista una película como Pos eso. Para quien conozca los cortometrajes de Samuel Ortí Martí, alias SAM, supondrá un grato reencuentro con su personal universo animado. Para quien lo descubra aquí, será una sorpresa.
Esta es una propuesta enormemente singular, prácticamente sin antecedentes, que combina parodias de El exorcista o Taxi Driver, una demoledora sátira de la Iglesia Católica y la telebasura; homenajes tan diversos como Gracita Morales, Paco de Lucía o Bill Plympton; y una generosa dosis de España cañí, desde el toreo hasta el baile flamenco. Lo asombroso es que esa mezcla funciona muy bien y sitúa al film en su propio universo de ficción.
Ya desde el inicio, con esa escena a lo Indiana Jones protagonizada por un cura y máquinas tragaperras, queda claro que la mezcla de géneros y el enfoque irreverente será una constante. A partir de ahí, el guion ofrece una sucesión de buenas ideas que abarcan prácticamente todo el espectro del humor, desde la más ingeniosa comedia hasta, todo hay que decirlo, la menos sofisticada. Porque el film no tiene problema en adentrarse en el mal gusto o de incluir también chistes más primarios y salvajes. En fin, esa variedad forma parte del encanto y de la singularidad de la cinta.
La puesta en escena es igualmente imaginativa y tan repleta de buenas ideas como su atrevido guion. Es una dirección que saca un enorme partido a su animación en stop motion, terreno en el que se nota la experiencia de SAM. Además, es de las que premia sucesivos visionados atentos, porque está llena de detalles y de chistes en segundo plano que es fácil perderse la primera vez.
La suma del inspirado guion, su creativa puesta en escena y la excelente animación es lo que nos regala escenas tan memorables como la tertulia televisiva, la explosión gore del psicólogo o cualquiera de las fechorías del niño poseído. Por otra parte, aunque estéticamente sean dos propuestas muy diferentes, Pos eso resulta igualmente atractiva a la hora de ridiculizar -o de tratar con cariño- personalidades españolas como South Park con las estadounidenses. Puede que esto limite el alcance de la película más allá de España, pero a juzgar por su selección en Annecy, entre otros prestigiosos festivales internacionales, parece que su delirante trama y su puesta en escena bastan para tener entretenidos a espectadores de todas partes.
Lástima que la película tuviera tan poco éxito, porque sería una pena que eso redujese drásticamente las posibilidades de que se produzcan más propuestas como esta.