Greg Tiernan y Conrad Vernon. Categoría: Película. |
En los primeros cinco minutos de La fiesta de las salchichas tenemos chistes sobre salsas alemanas-Hitler que quieren exterminar ‘juices’ (zumos en inglés, pero pronunciado casi como ‘jews’, judíos), aceitunas dispuestas a introducirse por el culo el relleno que haga falta, salchichas que quieren meterse en los bollitos, bollitos que quieren notarlas bien dentro y una colección de palabrotas y estereotipos varios. En fin, imagino que con esta introducción ya sabes a qué atenerte, pero, solo por si acaso, si buscas aquí humor sofisticado o inteligente, mejor no le des a ‘play’.
El film, escrito por Seth Rogen y Evan Goldberg, entre otros habituales de la comedia gamberra contemporánea, dedica prácticamente todo su metraje a explotar todas las bromas posibles sobre penes y vaginas y a regurgitar cada estereotipo que se le ocurre. Casi ninguna minoría sale bien parada, solo que sin la parte de denuncia que sí tienen también otras producciones de animación para adultos a las que no les importa caer de tanto en tanto en el más primario humor, como Padre de familia o South Park. Cierto que hacia la parte final subvierte algunos de esos estereotipos para ridiculizarlos, pero hasta entonces ha sacado provecho de ellos con dudoso gusto.
En cualquier caso, La fiesta de las salchichas está justamente pensada para satisfacer a quienes encuentren divertido el mal gusto, los estereotipos y los chistes sobre salchichas-pene (sí, todo muy obvio, como ves). Si se salva es porque, al menos, hay cierta originalidad en la construcción de ese universo de productos de supermercado que consideran dioses a los humanos. Además de la escena de la orgía -que salva la que, por lo demás, es una floja segunda mitad-, son estimables sus parodias del musical clásico de Hollywood, de Salvar al soldado Ryan y, en general, de la animación para niños protagonizada por parlanchines seres antropomórficos -figura un guiño a Pixar-.
Si contribuyó a derribar prejuicios sobre la animación como medio únicamente pensado para niños -fue uno de los éxitos del 2016-, bien está, pero cuando uno sabe que uno de sus directores es Conrad Vernon, co-responsable de Shrek 2 (2004), es lícito pedir más.