Steven Spielberg. Categoría: Película. |
Esta adaptación de una de las últimas novelas de Roald Dahl fue la primera película dirigida por Steven Spielberg para Disney, estudio con el que había colaborado como productor en films tan exitosos como ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988). Eso implica, en efecto, que es una propuesta apta para todos los públicos, de modo que los aspectos más oscuros o perturbadores de la fuente literaria son evitados. Mi amigo el gigante ofrece una versión cuyo tono amable, sin embargo, no anula del todo una cierta sensación de melancolía asociada al personaje principal.
El gran atractivo del film de Spielberg es su espectacular estética. Me refiero a cómo retrata Londres, pero sobre todo a la tecnología de captura de movimiento usada para dar vida a los gigantes, que en el momento de su estreno era de lo mejorcito que se había visto. Lógico cuando fue realizada por Weta Digital, el estudio que se encargó de los efectos especiales de la trilogía El señor de los anillos y de Avatar (2009), entre otros éxitos.
La captura de movimiento empleada aquí es particularmente asombrosa porque, a pesar de modificar considerablemente el aspecto de los actores, permite apreciar su expresividad de un modo que rara vez ocurre. Pienso, sobre todo, en Mark Rylance, quien interpreta a ese gran y amistoso gigante, al que casi podemos ver gesticular tras la capa de animación por ordenador aplicada para convertirle en la orejuda criatura. A quien conozca el anterior film de Spielberg, El puente de los espías (2015), no le extrañará ni que el director quisiera contar con Rylance ni que este ofrezca la mejor interpretación de la función.
El diseño de esos gigantes, por cierto, parte claramente de las ilustraciones de Quentin Blake para la edición original de la novela, solo que el aspecto final, fotorrealista y crudo, se aparta de los tonos pastel y trazos infantiles del ilustrador. Curiosamente, ese apartado realiza el recorrido inverso al de la narración: si los gigantes de la película tienen un aspecto más temible que los del libro, el guion es menos oscuro que la novela.
Mi amigo el gigante es satisfactoria desde un punto de vista estético y entretenida, pero tiene un problema: las escenas más logradas se concentran en la primera mitad. La más brillante de todas, la que muestra la habilidad del gigante para no ser visto en la ciudad, figura de hecho en los primeros minutos. Por otra parte, ver a los gigantes y la interacción de la protagonista con la niña huérfana que acoge pierde poder de atracción a medida que avanza el metraje, así que el clímax resulta menos efectivo de lo que sería deseable.
Menos mal que, como de costumbre cuando Steven Spielberg está al frente, la narración es excelente y está repleta de aciertos.