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Emma De Swaef y Marc James Roels. Categoría: Película. |
¡Qué magnífica tarta! es una de las más singulares películas de animación de la década. Una mirada al periodo colonial creada con personajes de fieltro, animada en stop motion y de estructura narrativa episódica.
Como obra de animación, es una preciosidad en la que inmediatamente llama la atención el diseño de esos peculiares personajes de fieltro. Su aspecto es un imán para nuestros ojos y confiere al film una estética que fascinará a quienes aprecien particularmente la vertiente artesanal. Es una gozada que nos da ganas de quedarnos a vivir en sus preciosos decorados. Y cómo no, entra en acción esa magia de la animación que logra que nos parezcan vivas diminutas criaturas de fieltro que se mueven sobre ríos ilustrados con telas o rocas igualmente fieltradas.
Es también un ejemplo del partido que se le puede sacar a una animación sencilla, limitada en el buen sentido de la palabra. Emma De Swaef y Marc James Roels y el equipo de animadores logran una admirable expresividad con un mínimo de elementos, a veces sólo con el movimiento de los ojos o unas lágrimas.
Por otra parte, a pesar de un presupuesto que imagino escaso, su producción es exquisita y solventa sus carencias con un inteligente uso de iluminación y buenos planos. En algunos momentos sus largos planos estáticos recuerdan a Roy Andersson, con cuyo cine posee varios puntos en común. La narración en viñetas, el sentido del humor que tan pronto provoca una carcajada como te hiela la sonrisa, la manera en la que el absurdo o el surrealismo conviven con la realidad -sí, una suerte de realismo mágico-…
¡Qué magnífica tarta! no es solo una magnífica película de animación. Es también una brillante narración que propone un enfoque humorístico, onírico y metafísico a cuestiones muy serias. Eso sí, que se trate de una obra de animación es una cuestión esencial. Yo diría que su estética, tan alejada de lo que habitualmente consideramos un enfoque documental o serio de las cosas, contribuye a crear esa sensación de estupor que transmiten muchas de las escenas.
En fin, es un trabajo excepcional que, a pesar de superar los 40 minutos de duración, compitió como cortometraje en algunos de los más prestigiosos festivales, de animación o no, donde fue habitualmente premiada.
Nota: la película también es conocida como ¡Este magnífico pastel!
