James Molle. Categoría: Cortometraje. |
Black Sheep Boy es un corto raro, en el sentido de extravagante y poco común, pero también en el de “insigne, sobresaliente o excelente en su línea” (acepción cuarta del diccionario de la Real Academia Española). Fue realizado por James Molle como trabajo de fin de estudios en la prestigiosa escuela francesa Gobelins, así que ya tiene la particularidad de ser una creación individual cuando lo habitual es que las obras las dirijan seis estudiantes.
Lo más llamativo, no obstante, es su estética, que imita el aspecto minimalista y con píxeles de los videojuegos de principios de los 90. Es más, los diálogos están por escrito, porque los personajes solo emiten un sonido agudo y metálico: de nuevo, como en los videojuegos de los 90 cuando aún no se habían perfeccionado las tarjetas de sonido. Al principio no es una propuesta visual que resulte particularmente bella, o no al estilo de la virtuosa animación que suele ofrecer Gobelins, pero progresivamente uno va apreciando la osadía del enfoque y el cuidado de la estética a pesar de las limitaciones que se autoimpuso el director.
Además, Black Sheep Boy es una obra fascinante por el tipo de lenguaje audiovisual que desarrolla, por cómo combina reflexiones filosóficas y existenciales con una narración pausada y contemplativa, por su banda sonora y por sus muchas ocurrencias: la de la cama-piano es particularmente bella, incluso conmovedora en cierto modo.
Nota: Michel Ocelot fue el padrino de la promoción del 2019, y yo diría que le tuvo que parece interesante la personalidad de James Molle.