Nicolas Blies, Stéphane Hueber-Blies y Denis Lambert. Categoría: Película. |
Magnífico documental que forma parte de una campaña global que demanda tolerancia cero frente a la violencia sexual en las zonas de guerra, entornos en los que, tristemente, tienden a proliferar las violaciones y diversas formas de vejación sexual. Zero Impunity trata tan dramático asunto a través de seis capítulos que transcurren en Siria, Ucrania, Washington, París, Nueva York y varios países africanos, especialmente la República Democrática del Congo.
La propuesta, además de abordar cuestiones de gran importancia, es muy interesante desde un punto de vista estético. Los hermanos Blies plantean las entrevistas a periodistas de investigación, psicólogos y otras personas clave a través de vídeos proyectados en fachadas de edificios y varios entornos urbanos, como estaciones de metro, medianeras o pilares de puentes.
Es una opción atrevida que dota a la propuesta de una impronta visual muy particular. No sé qué otro propósito tendrá esa elección además de su evidente belleza, pero quizá sea una manera de dar mayor relevancia a aquello que los expertos afirman: les vemos y oímos en la calle, a veces en los lugares mismos en los que transcurrieron las hechos denunciados, no en salas de conferencia o parlamentos aislados de la realidad.
Por otra parte, Zero Impunity recurre a numerosos y largos pasajes de animación, estos últimos realizados y dirigidos por Denis Lambert. Forma por tanto parte de esa rara avis denominado documental de animación, propuesta que, por suerte para nosotros, parecía estar despegando en el siglo XXI. Los pasajes animados son empleados para escenificar los relatos de víctimas u otros acontecimientos que difícilmente se podría haber recreado de otro modo -reuniones en la Casa Blanca, conflictos bélicos, torturas…-.
Los diseños son sencillos aunque ricos en detalles: me recuerdan a la estética de cómics como Dylan Dog o Corto Maltés en el detallismo con el que retrata a las personas. La animación es en general reducida, no hay ningún alarde en ese aspecto, pero no es preciso, puesto que sí logra el realismo que una propuesta así parece necesitar. Lambert, debutante como director, realizó un buen trabajo, y lo mismo se puede afirmar de Studio 352, el mismo estudio responsable de la espléndida animación de El congreso (2013).
Más allá de las cuestiones visuales, Zero Impunity es recomendable por la habilidad con la que relaciona los conflictos armados y el aumento de la violencia sexual. Como bien dice una de las entrevistadas, cuando armas a un hombre, o cuando matar se convierte en un trabajo, o cuando el contexto es especialmente violento, aumenta enormemente la posibilidad de que el sexo sea usado como un arma.
La cinta introduce conceptos como “efecto radioactivo” para describir una violación e indaga en su uso como instrumento de guerra y en sus consecuencias. Por otra parte, aunque la gran mayoría de víctimas de esta violencia son mujeres, también se interesa por la sufrida por prisioneros hombres en las cárceles de Guantánamo y Abu Ghraib, en este último caso perpetrada incluso por mujeres. Es descorazonador comprobar que algunas mujeres también han adoptado el rol de verdugo.
Además, Zero Impunity resulta muy revelador cuando ilumina la impunidad de la que gozan las víctimas gracias al escaso interés de gobiernos e instituciones, más preocupados por proteger su reputación o defender a sus compatriotas que en otorgar justicia. Son particularmente interesantes, en ese sentido, los fragmentos dedicados a las administraciones de Bush -que autorizó las torturas en las prisiones- y Obama -que se negó a investigar lo ocurrido-, o a la ONU, organismo que, según varios de los expertos entrevistados, se dedica casi sistemáticamente a defender su prestigio y no a las víctimas de sus empleados.
Por cierto, para terminar la reseña con cuestiones estéticas, los minutos finales son excelentes. Las proyecciones en una montaña son una preciosidad y la escena final en el edificio de la ONU en Nueva York es de asombrosa eficacia. Además, culmina en el más poderoso plano final que he visto en mucho tiempo.