Adam Reed. Categoría: Serie. |
Adam Reed trató de evitar la repetición de las mismas situaciones cuando, en el desenlace de la séptima temporada, nos mostró a Sterling flotando inconsciente en el interior de una piscina. ¿Se había atrevido a matar al personaje protagonista de la serie? Naturalmente, no. Sin embargo, nos enteramos de que estaba en coma. Esa fue la excusa para sumergirnos en la mente del espía y proponer así situaciones imaginadas por su mente comatosa. En la octava temporada era un detective en el Los Ángeles de los años 40, con un estilo de ‘noir’ hollywoodiense. En la novena temporada, un piloto en una isla justo antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. En la décima, el capitán de una nave espacial en un contexto de ciencia ficción.
Tras esta incursión en otros géneros y contextos, Sterling despierta de sus tres años en coma y vuelve a su entorno habitual en la agencia de espías que dirige su madre. Una brillante manera de retomar los inicios de la serie sin que parezca más de lo mismo, pues dado el tiempo transcurrido son muchos los cambios que descubre.
Durante los primeros capítulos de la undécima temporada, uno tiene la asombrosa sensación de estar viendo Archer tal y como la conoció, pero también de estar ante algo distinto. Las dinámicas entre los personajes han cambiado, el criado Woodhouse está muerto, Lana se ha casado con un millonario, Cheryl está irreconocible… Otra cosa es que, a medida que avanza la temporada, todo vaya tornando a la normalidad y los vicios y tendencias naturales de los personajes acaben por abrirse camino, aunque solo sea por la nociva influencia del personaje central.
Lo mejor de estos ocho nuevos capítulos es que el guion sigue siendo ingenioso, con multitud de chistes verbales y juegos de palabras, y que la estética es una vez más muy atractiva. También, que premien a los espectadores más fieles con referencias que solo entenderán quienes conozcan las temporadas anteriores. A tenor de lo visto aquí, la fórmula sigue funcionando y depara numerosos momentos de alta comedia -mezclada, eso sí, con humor bastante menos sofisticado-.
Lo peor es que, a pesar de la variedad de las más recientes temporadas, sí se aprecia cierta fatiga, que no escapa del todo a la sensación de que ya hemos visto antes estas situaciones. Será interesante ver cómo se las arreglan los guionistas para remediar esa impresión en la ya confirmada duodécima temporada, pero a quien esto escribe le parece estupendo que haya nuevos capítulos de Archer mientras los guiones sigan obsequiándonos con el inspirado humor habitual.