Charlie Belin. Categoría: Cortometraje, Especial. |
Dejadme que afirme, desde el inicio, que Drôles d’oiseaux es una de esas creaciones prodigiosas que entran en ese terrero del arte más cercano a la magia, al milagro o a la extraordinaria sucesión de acontecimientos afortunados, que a los factores cinematográficos que habitualmente se tienen en cuenta en una crítica.
Por supuesto que se puede alabar su deliciosa estética, una suerte de acuarela en movimiento; desde luego que su animación es maravillosa; y ya lo creo que cuenta una historia encantadora con rara sensibilidad y atención al detalle. En fin, si uno se pone, advierte por qué este especial para televisión es arte de primer nivel. Pues bien, incluso así creo que la obra escrita y dirigida por Charlie Belin parece tocada por alguna suerte de gracia divina que, naturalmente, no es otra cosa que la mezcla de talento, buenas decisiones creativas, un presupuesto acorde con las necesidades del proyecto y un excelente equipo de animadores.
En definitiva, Drôles d’oiseaux es una obra maestra por la misma razón por la que la industria de la animación francesa nos brinda regularmente piezas particularmente interesantes: forma bien a sus más destacados artistas y pone a su disposición una infraestructura que fomenta el desarrollo de sus cualidades y ambiciones artísticas. Dicho de otro modo, un especial para televisión como este es, en el momento en el que escribo esto, prácticamente inconcebible en otro país europeo.
Charlie Belin nos presenta la historia de una niña de diez años apasionada por la naturaleza. Aparentemente no cuenta gran cosa y, para los ojos de un adulto, las peripecias de la protagonista entran en el ámbito de la cotidianeidad. Sin embargo, para ella son una gran aventura, posiblemente su primera aventura, así que tiene mérito que la cineasta logre que veamos el mundo a través de los ojos de esa niña ávida de experiencias y particularmente atenta a la vida en la naturaleza.
Lo logra gracias a la combinación de una estética bellísima, una narración de acertado tono contemplativo y un tratamiento realista, casi documental, de interpretaciones y sonidos. De hecho, uno de los mayores atractivos de Drôles d’oiseaux es cómo combina el aspecto tan artístico de la animación con el hiperrealismo de la parte sonora: el contraste es notable pero la mezcla funciona asombrosamente bien.
Dos detalles: 1) la niña protagonista podría ser animadora de mayor, puesto que parece interesada por captar el movimiento de las aves en sus dibujos; 2) si no he oído mal, uno de los personajes silva una parte de la banda sonora de Nino Rota para la película 8½ (1963), de Federico Fellini.
Nota: incluido en el largometraje recopilatorio La isla de las aves (2023).