Derek Drymon, Jennifer Kluska. Categoría: Película. |
Nada más comenzar el film, el popular logo de Columbia Pictures, el de la mujer que viste una túnica y sujeta una antorcha con su mano derecha, es reemplazado por Blobby, el monstruo verde gelatinoso, en idéntica postura. No es que sea un prodigio de ingenio, pero es el mejor gag de la película y la primera de las transformaciones a las que alude al título. Así que, a pesar de que Genndy Tartakovsky participa de nuevo en el guion, da la sensación de que la saga estaba agotada y las mejores ideas ya habían sido usadas en las tres entregas precedentes.
La metamorfosis es, según Paul Wells, una de las diez principales estrategias narrativas de la animación. Así lo explica en su esencial libro Understanding Animation (1998). Este es un buen ejemplo de cómo aprovechar la facilidad del medio para proponer metamorfosis, puesto que la premisa de Hotel Transylvania: Transformanía es la transformación física de los principales personajes. En el primer acto, Drácula y el resto de la tropa de monstruos se convierten en humanos; mientras el único humano, Jonathan, pasa a ser un monstruo, una suerte de dragón. La escena en la que los amigos de Drácula se han transformando en humanos es la mejor de la película y confirma que el mayor aliciente de la saga es su parte visual. La metamorfosis de Blobby, por cierto, es la más divertida, y eso que es la más obvia. Un acierto el de los guionistas.
Figuran gags eficaces y la estética es algo más estimulante que lo habitual en la animación 3D comercial contemporánea. La pena es que la historia y su desarrollo sean de nuevo tan convencionales y predecibles. Si nada más comenzar la cinta sabemos que Drácula no quiere que su yerno herede su hotel porque teme que lo arruine con sus cambios, por ejemplo, es evidente que antes del final habrá cambiado de opinión. Para colmo, que el vampiro no acepte al marido de su hija era ya el quid de la cuestión en Hotel Transilvania (2012), así que la sensación de trama repetida es inevitable.