La premisa de Silicon Docks es muy prometedora: diez magnates del ámbito tecnológico se reúnen en Dublín a finales del 2020. Están Zuckerberg, Musk, Bezos, Reeds…, esto es, personas clave de compañías como Facebook, Tesla, Twitter, Google, Netflix… El objetivo es verse en persona para que nadie pueda filtrar sus conversaciones y discutir si firman o no un acuerdo con la Unión Europea. De qué se trata exactamente no lo sabemos y es lo de menos. Lo interesante es que Graham Jones nos ofrece la rara oportunidad de imaginar cómo sería un encuentro entre personas tan poderosas y, por decirlo con un eufemismo, peculiares.
Es una comedia satírica que puntualmente ofrece una imagen ridícula de los protagonistas. Sin embargo, no es una mofa demoledora al estilo de South Park. Aquí la perspectiva cómica es más sutil y no abandona nunca la sensación de realismo, de que realmente el encuentro sería así. Asistimos a su rivalidad, a su dificultad para relacionarse, a sus rencillas y envidias, a su contacto con el resto de los mortales… Hay dos escenas particularmente divertidas. En una Jeff Bezos no es capaz de explicar por qué evade impuestos. En otra, él y Musk mean codo con codo, pero sus miembros son los cohetes con los que compiten por el turismo espacial. Este último es el único detalle no realista, pero no el único acierto.
El guion y la dirección de Graham Jones son espléndidos. La animación, que firma Kasia Wiśniewska, su mujer y pareja profesional en este proyecto, es igualmente interesante. Lo afirmo, esencialmente, por la estética, por su eficaz diseño de personajes o por lo bien que los integra en un contexto no animado: los decorados fueron filmados al modo tradicional, con cámaras, y luego tratados con algún tipo de software que los acerca al aspecto de la animación, como si fuera rotoscopia. Lástima que, por la falta de presupuesto, la animación no pueda ser más sofisticada, pero cumple bien con el propósito de ilustrar la narración.
