Marcell Jankovics, Lajos Csákovics. Categoría: Película. |
Al inicio, cuesta creer que el codirector del filme sea Marcell Jankovics, el autor de maravillas como Juan, el paladín (1974) o El hijo de la yegua blanca (1981), esta última una obra maestra en mi opinión. Claro que tal impresión tiene una posible explicación: murió el 29 de mayo del 2021, a los 79 años, de modo que no pudo completarlo. Lajos Csákovics fue quien concluyó el trabajo de dirección.
En cualquier caso, cuesta creerlo porque no se aprecia su característica estética, cuestión de la que tuvo que haberse hecho cargo él, pues es un aspecto que se decide habitualmente antes incluso del inicio de la producción. La cuestión es que durante su arranque no se ve claramente la conexión con el resto de su cine. Claro que como solo había dirigido tres largometrajes tras 1981 -contando este- y había pasado más de una década desde el anterior, es lógico que su estilo y/o su manera de enfocar la animación hubiesen cambiado. Además, la película parte de la serie homónima del 2021, así que ya había un universo visual listo para ser retomado.
De todos modos, esa sensación inicial que provoca Toldi da paso pronto a cierta sensación de familiaridad y, antes de que termine uno reconoce la mano de un cineasta superdotado para narrar con imágenes. El aspecto realista de los personajes quizá no sea el más característico en su filmografía, pero ese estilo convive aquí con recurrentes pasajes que imitan las ilustraciones de los libros medievales y son ricos en simbolismos. Tampoco es la estética que más se asocia a sus mejores trabajos, pero sí es un ejemplo de su renuncia al modelo de Disney. Donde más se nota su toque, no obstante, es en las metamorfosis que sufre el protagonista, cuyo pelo se convierte en fuego o cuyo rostro adopta diversas formas para expresar su estado de ánimo.
Es este un largometraje bien singular. Que adapte un texto en prosa poética ya es poco habitual y ese aspecto se refleja en una voz en off que mantiene el tono poético del original. Tampoco es frecuente que, en una propuesta apta para público infantil, el protagonista sea un joven con dificultades para controlar su ira, que mata violentamente a un hombre que le ataca y donde es habitual que se ilustren las muertes de multitud de caballeros. Cierto que esa representación gráfica es de índole artística, nada gore, pero es un atrevimiento de todos modos. Finalmente, me parece poco probable que entusiasme al público infantil y menos aún a quienes solo aprecien los modelos narrativos y estéticos de las mejores de Hollywood. Lo más seguro es que solo sea debidamente apreciado por amantes de la animación que prefieran la vertiente autoral del medio.
No es el mejor largometraje de Marcell Jankovics, pero es una digna despedida de uno de los más talentosos y personales cineastas que ha tenido la historia de la animación.