2020: Amor de gata (Nakitai watashi wa neko wo kaburu)

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Amor de gata (Nakitai watashi wa neko wo kaburu)amazonNetflix

Jun’ichi Satô y Tomotaka Shibayama.
AMOR DE GATA (NAKITAI WATASHI WA NEKO WO KABURU).
8/10

Categoría: Película.
Guion: Mari Okada.
Año: 2020.
País: Japón.
Género: Fantasía, Drama, Aventura.
Técnica: 2D, Anime.
Estudio: Studio Colorido; Studio 4°C, Seven Arcs, White Fox, Maru Animation, Twin Engine (apoyo).
Idioma: Japonés.
Característica: Amor, Familia, Gatos.
Duración: 1h 44min.
Clasificación por edades: NR-7.
Streaming: Netflix.

El film comienza con una de esas premisas que caracterizan buena parte de la filmografía de Studio Ghibli. En un contexto realista, el guion introduce un elemento mágico que será clave para el desarrollo de la trama. En este caso, se trata de un misterioso vendedor de máscaras que permiten a quienes se las pongan transformarse momentáneamente en gato. También, como el querido estudio japonés fundado por Hayao Miyazaki e Isao Takahata, despliega una estética deslumbrante con un estándar de calidad irreprochable técnicamente.

Además, como en Haru en el reino de los gatos (2002), hay aquí una visita a un lugar habitado únicamente por gatos, aunque la manera como imagina cada film ese mundo varía considerablemente. Ahí acaban, no obstante, las comparaciones, porque esta cinta no posee ni la personalidad, ni la ambición artística ni la exquisita sensibilidad de las grandes obras de Studio Ghibli -cosa que consiguen pocas producciones, todo sea dicho-.

El film está protagonizado por una adolescente enamorada con pasión de un compañero de clase. Por qué le quiere tanto o qué méritos atesora él para ser el centro de tal adulación no quedan muy claros. Tampoco el guion se molesta mucho en justificar el encuentro de la protagonista con el gato antropomórfico vendedor de máscaras. En fin, en general la trama no hay que tomársela muy en serio porque los aspectos inverosímiles se van acumulando. Para disfrutarla, es aconsejable realizar una notable suspensión de la incredulidad y dejarse llevar por sus estímulos visuales, aspecto en el que la película resulta bastante más satisfactoria.

Lo peor es su enfoque comercial, claramente pensado para un público adolescente o postadolescente, que es el que más probabilidades tiene de comprender los excesos emocionales de sus protagonistas. Figura también alguna que otra escena un tanto melodramática o que subraya mas de lo que sería deseable la parte dramática de la vida del personaje central, separación de sus padres incluida.

Lo mejor, en cambio, es el convincente diseño de personajes -con mención especial para el gato vendedor y el resto de felinos antropomórficos que conocemos en el reino de los gatos- y los preciosos fondos: en definitiva, su estética. Se nota la mano de Studio Colorido, la compañía que empezó a darse a conocer internacionalmente al animar Lu Over the Wall (2017), la imaginativa película dirigida por Masaaki Yuasa, y se consolidó con la buena acogida de su anterior largometraje, Pengin haiwei (2018), dirigido por Hiroyasu Ishida.

Es una propuesta digna y entretenida que seguramente cumpla el objetivo de Netflix de funcionar bien en todos sus territorios. Lástima que sea un tanto irregular y que deje pasar la oportunidad de explorar el reverso oscuro de su premisa: por ejemplo, las muchas implicaciones de un mundo en el que gatos y humanos pueden intercambiar sus cuerpos solo con recurrir a una máscara. ¿Por qué no es una práctica más extendida? ¿Cómo es que no existe un mercado negro con mafias controlándolo? Etc…

Es una pena porque, entre sus principales responsables hay artistas de evidente talento. El director Jun’ichi Satô, además de la popular serie Sailor Moon, ha dirigido Junkers Come Here (1995), film en el que un perro parlante le otorga tres deseos a una niña cuyos padres se están separando. [¿Te recuerda a algo el argumento?]. El otro director, Tomotaka Shibayama, ha dirigido capítulos de Your Lie in April y ha colaborado en películas clave como El viaje de Chihiro (2001) o La chica que saltaba a través del tiempo (2006). Finalmente, Mari Okada se prodiga sobre todo como guionista, que es el rol que ejerce aquí, pero también ha dirigido el recomendable largometraje Maquia. Una historia de amor inmortal (2018).

Reseña Panorama
Puntuación
8
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