Fermín Muguruza. Categoría: Película. |
Black is Beltza adapta la novela gráfica homónima que varias editoriales publicaron, en varios idiomas, en el 2014, y que desde entonces ha sido traducida y editada en numerosos países. No la he leído, me temo, pero sí he visto varias de sus páginas y lo primero que me llama la atención es que no mantenga la estética de las ilustraciones de Jorge Alderete. Lo comprendo, porque hubiera dado lugar a un film aún más singular y por tanto casi imposible de financiar, pero hubiera sido un notable experimento visual. También es posible que esa estética dificultase mucho su animación.
La película que dirige Fermín Muguruza, coautor de la novela gráfica, opta en cambio por un aspecto algo más habitual en el ámbito de la animación para adultos -cercano al de los films de Sang-ho Yeon o Jian Liu o al contemporáneo Un día más con vida (2018)-, una estética también muy interesante y que es lo mejor de esta propuesta junto con su estupenda banda sonora. Se aprecia aquí, además de un estimable diseño de personajes, un excelente trabajo de ambientación, apartado especialmente exigente en este caso dado que la acción transcurre en multitud de países. Buen trabajo el de Beñat Beitia como director artístico y productor de la animación.
La que nos ocupa es de las películas que solo por la parte visual ya son recomendables, máxime cuando la animación está realizada por algunos de los estudios punteros de España -puedes consultar la ficha introductoria para más señas-, así que es satisfactoria a pesar de que se notan las lógicas limitaciones presupuestarias.
Otra cosa es que el guion, a pesar de ser entretenido y ágil, sea del todo increíble. Cae en un error habitual de este tipo de películas, que es el de querer introducir en la trama tantos personajes famosos y acontecimientos históricos como sea posible. Es una tentación enorme porque así el relato parece más importante, pero a cambio la credibilidad se resiente: ¿por qué iba al personaje protagonista, que se supone que es fotógrafo, a entablar relación con tantas figuras prominentes del siglo XX, de Che Guevara a Otis Redding? El guion no se molesta en justificarlo.
Quizá en la novela gráfica ese sea un problema menor, pero al condensar tantas personalidades, hechos y momentos históricos en solo 80 minutos, la narración queda muy apresurada y no acaba de profundizar en ninguno de sus aspectos. Por otra parte, aunque hay escenas bien resueltas, como la llamativa ilustración de la alucinación, la inexperiencia de Fermín Muguruza como director limita la capacidad de seducción del argumento. Dicho esto, es admirable la ambición que despliega en su debut como director y se ve con agrado hasta el final.
Donde sí se aprecia la experiencia de Muguruza es en la banda sonora, que es rica, creativa y heterogénea. Junto con las composiciones creadas expresamente para la ocasión junto a Raül Refree, figuran piezas que tienen el propósito de ambientar la trama, así que suenan canciones de The Velvelettes, Ana Tijoux, Manu Chao o hasta un fragmento del primer disco de Rosalía, producido justamente por Raül Refree.