Entrevista a Hugo Covarrubias

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Hugo Covarrubias es el director de numerosos e interesantes cortos de stop motion. El último de ellos en el momento en el que escribo esto, Bestia (2021), es una obra brillante que impresiona por el diseño de los personajes, el empleo de stop motion y su mirada al Chile de la dictadura de Pinochet. El corto en cuestión es uno de nuestros favoritos del año y fue seleccionado para la Sección oficial del Festival de Annecy 2021. [Para los programadores interesados, el corto lo distribuye la excelente compañía Miyu Distribution].

¿Qué animación te gustaba especialmente cuando eras pequeño?

Me gustaban algunas animaciones que llegaban a Chile en los 80’s, como Doraemon, Astroboy, Thundercats…

¿Por qué elegiste el stop motion como técnica para tus cortos?

Todo parte de la decisión de mezclar teatro con animación, y encontré que el stop motion tiene una textura muy teatral. Luego descubrí que es un punto de encuentro casi perfecto de las cosas que a mí me gustan. Me gusta mucho el cine, las cámaras y los focos. Me gusta la plástica, la pintura y la escultura. La animación te entrega esas herramientas, pero el stop motion en particular es una mezcla entre cine y plástica.

¿Qué te interesaba de unir animación y teatro en tu obra Maleza?

Creo que siempre me interesó la mezcla de lenguajes. En Maleza, junto a Muriel Miranda decidimos salir del lugar común de utilizar proyecciones en el teatro como un simple acompañamiento y lo hicimos parte de la narración en donde había interacción directa de personajes animados con actrices reales, las que también realizaban foleys y doblajes en vivo de las escenas animadas, lo que finalmente le otorgó un valor único.

Has adaptado relatos cortos de Julio Cortázar y Horacio Quiroga: ¿qué encontraste en estos textos que te impulsó a llevarlos al cine?

Son relatos que me marcaron mucho cuando estaba en el colegio y me impulsaron a leer e imaginar como sería llevarlos al cine y poder mostrar como me imaginaba sus páginas transformadas en escenas. Pensé que al realizarlos, aparte de que podría aprender y perfeccionar un método, servirían de inspiración a nuevas generaciones.

Para Bestia, en cambio, has optado por un guion propio escrito junto a Martín Erazo. ¿Cómo surge ese proyecto? ¿Qué te interesaba de mirar al Chile de la dictadura de Pinochet?

Hace un tiempo quería realizar algo con la historia de Chile, con personajes que no fueran parte de la historia oficial. Resultó que, casi al mismo tiempo, Martín Erazo, me propuso una idea muy similar, realizar una serie basada en la vida de personajes ocultos de la historia de chile junto a Tevo Díaz. La desarrollamos y luego derivó en el corto.

Después de obtener los fondos para realizar el corto, sentí que había que darle un vuelco narrativo, hasta que encontré la premisa: “dentro de cada bestia vive una víctima”.

Es así como decidimos visitar el mundo interno y la psicología del personaje. En el fondo no es una biografía de Ingrid Olderöck, sino que una visita a su vida secreta, a la relación con su perro, sus miedos y  frustraciones, que finalmente son la radiografía de un país que está fracturado y que está lleno de heridas que no están todavía ni cerca de sanarse. Más que nada, ocupamos su caso como un dispositivo para hablar de la maldad, obviamente sin empatizar con el personaje ni lo que representa, pero tratar de entender qué tipo de frustraciones puede tener una persona con ese nivel de maldad y si es heredada.

¿Por qué quisiste que los personajes tuvieran esos particulares rostros inmóviles? ¿Con qué material están realizados?

Para conceptualizar el cortometraje nos basamos en una estética de casa de muñecas. Es un personaje con un rostro que asemeja ser de cerámica o porcelana, que tiene directa relación con este imaginario alemán de antiguas muñecas alemanas o de Europa del Este. En ese sentido, decidimos trabajar entre lo macabro y lo inocente de estas muñecas que tenían cuerpo de trapo y cara de cerámica, para esto optamos por generar ese aspecto en base a resina de poliuretano para que las cabezas sean un poco mas livianas, y cubierta con resina cristal para el brillo. Esta fue una búsqueda estética un poco extensa que realizamos con Constanza Wette, la que veníamos pensando desde el desarrollo de la idea.

También desarrollamos un perfil de personaje inexpresivo, lo que genera un efecto visual muy potente en términos conceptuales. En el fondo es una exacerbación de la realidad, ella no se inmuta con los crímenes que comete, no muestra arrepentimiento, no muestra casi ningún sentimiento con su rostro. En ese sentido, el set de seis caras con distintas expresiones que creamos con el diseñador de personajes Pablo Castillo se pueden notar de forma muy sutil en el corto. La construcción de las caras estuvo a cargo de Andrés Cepeda y Enrique Tapia y el vestuario fue realizado impecablemente por Cecilia Toro. Todo esto también necesitaba un trabajo especial en animación, con un acting mas cercano al realismo para representar esta frialdad, cosa que creo que se logró. El corto lo animé casi a medias con Matías Delgado, quien también realizó el storyboard y animatic, factor importante para definir el movimiento.

¿Cuánto tiempo tardaste en completar el corto?

Toda la producción duró cerca de tres años. Partimos el 2018 con la preproducción y en 2019 con la animación, luego vino el estallido social en Chile y tuvimos que hacer una pausa. Después de eso apareció la pandemia y todo eso retrasó mucho la producción. Viendo un aspecto positivo a estas pausas, creo que la pandemia me dio la oportunidad de darle una segunda vuelta a algunos planos, realizar otros que habíamos desechado e incluso agregar algunos nuevos.

¿Qué softwares empleaste?

Para animar, Dragonframe. En post producción se utilizó Davinci Resolve y After Effects.

¿Puedes adelantarnos algún proyecto que tengas entre manos?

Queremos continuar con la idea de la mini serie basada en personajes reales y desconocidos de la historia, en la línea de Bestia. Y hace un par de años tengo ganas de hacer un largometraje. Todavía estoy tratando de darle forma porque es semi autobiográfico, con tono documental ficcionado y en stop motion, situando la cámara desde lo que yo vi cuando era niño en mi familia de clase media en dictadura, y todo visto desde el prisma de un niño. Sería una película para todo público, pero con un trasfondo socio político como hilo conductor.

¿Cuáles son tus mayores aspiraciones u objetivos en tu trayectoria como animador y cineasta?

Creo que mi mayor objetivo es seguir haciendo películas de la forma que tengan que ser, independiente del presupuesto o tiempo que haya para hacerlas, sin tanta presión o expectativas.

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