Dash Shaw. Categoría: Película. |
Dash Shaw cuenta en su haber con un film de animación para adultos, Todo mi instituto hundiéndose en el mar (2016), generalmente bien recibido por la crítica. El que nos ocupa, su segundo trabajo, obtuvo también críticas mayoritariamente positivas pero no suscitó tanta unanimidad, cosa que comprendo puesto que se trata de una obra muy singular y experimental en la que la estética es bastante más destacable que su trama o el resto de aspectos. Aun así, fue seleccionada en Sundance y en la Berlinale, un excelente recorrido para una cinta animada.
Cryptozoo propone un mundo en el que las criaturas mitológicas y fantásticas creadas por la imaginación de la humanidad durante miles de años existen realmente. Algunas son explotadas en el mercado negro, otras cruelmente maltratadas o asesinadas, mientras unas pocas pueden vivir integradas en la sociedad siempre y cuando oculten su identidad. Esto último le ocurre a una de las protagonistas, Phoebe, una gorgona que debe ponerse lentes de contacto y cubrirse las sedadas serpientes de su caballo para pasar desapercibida. Pese a todo, la mayoría de estos críptidos son perseguidos y rechazados, de ahí que una filántropa cree un ‘criptozoo’ en el que pueden vivir en relativa paz mientras son observados por turistas.
El planteamiento es muy interesante, pero lo fascinante aquí es la libertad narrativa que plantea Dash Shaw y la imaginativa parte visual, una sucesión de buenas y estimulantes ideas que funcionan como música para los ojos. No hay una sola escena en la que la estética no resulte interesante. Cierto que en algunos pasajes, seguramente por limitaciones presupuestarias, la animación no es tan fluida como sería deseable -por ejemplo, cuando los personajes caminan o corren-, pero eso no le resta encanto a tan personal propuesta.
Finalmente, no creo que el film necesite de una lectura política o social, ni de nada parecido a un mensaje, para ser debidamente apreciada. Dicho esto, esa sociedad en la que humanos y críptidos conviven con constantes fricciones, en la que los segundos son marginados o matados por ser diferentes, sí funciona como certera alegoría de una sociedad altamente polarizada y en la que los otros -inmigrantes, negros, homosexuales, practicantes de religiones minoritarias…- suelen tenerlo bastante más difícil. Además, hay una nada velada crítica a las no siempre morales decisiones de las élites militares.
No es una buena película en el sentido tradicional, y desde luego que no se la recomiendo a quienes no suelan apreciar la vertiente más experimental de la animación, pero para quien esto escribe es un excelente ejemplo de las posibilidades creativas del medio cuando la imaginación es la materia prima predominante.