Michel Ocelot. Categoría: Película. |
Tras su aventura feminista en la Belle Époque, Dilili en París (2018), Michel Ocelot volvió a uno de los ámbitos que más le gustaban: el de los cuentos de príncipes y princesas ambientados en épocas pasadas y lugares exóticos desde la perspectiva del espectador occidental. Es el tipo de cine que ya exploró, con idéntico éxito artístico, en obras como Azur y Asmar (2006) o Ivan Tsarévitch et la princesse changeante (2016), además de en sus series para Canal+.
Le Pharaon, le Sauvage et la Princesse incluye tres historias con su aroma clásico habitual, de esas que se transmiten oralmente durante generaciones. De hecho, para introducirlas, emplea la figura de una narradora que las relata a un público entusiasmado: unos personajes que son al mismo tiempo espectadores, como nosotros. La primera historia está ambientada en el Egipto de los faraones, la segunda en Francia durante la Edad Media, la tercera en el Imperio Turco del siglo XVIII.
Las tres historias tienen en común el amor apasionado de miembros de la realeza, el triunfo de la razón frente a la barbarie y la inteligencia como forma de vencer al autoritarismo y la maldad de los poderosos. Cierto que los personajes centrales son personas privilegiadas, pero en todos los casos salen adelante gracias al uso de su mente, o a su bondad, o a su trabajo, etc… En fin, son cuentos moralizantes al estilo de los que abundan en todas las culturas.
El otro aspecto que las unifica es el personalísimo estilo de Ocelot, y me refiero con eso a su forma de narrar -pausada, sin estridencias, con interpretaciones poco interesadas en el realismo- y a su inconfundible universo gráfico, rico en colores y ornamentaciones. Como de costumbre en su filmografía reciente, recurre abundantemente a la animación 3D por ordenador para abaratar costes y eso implica que la animación no siempre es tan satisfactoria como en sus primeros y más artesanales trabajos, pero el aspecto es de nuevo de 2D tradicional y la parte visual es igualmente interesante.