Entrevista a Cesar Cabral

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Cesar Cabral es un singular cineasta que yo descubrí al ver su ópera primera, Bob Spit: We Do Not Like People (2021), un largometraje realizado en stop motion, muy bien recibido por la crítica, que combina documental con ficción. El filme fue seleccionado en el Festival de Annecy 2021 y logró dos galardones en los Premios Quirino 2022, entre ellos el de Mejor película iberoamericana de animación. De hecho, según el baremo que empleé, es una de las películas más importantes del curso 2021-22, como puedes comprobar aquí.

En San Cristóbal de la Laguna, Tenerife, tuve la suerte de entrevistarle poco después de la gala de entrega de premios, así que he aquí sus respuestas a mis preguntas. Dado que responde en portugués, tienes una traducción al español tras el vídeo.

Hola, soy Cesar Cabral, director de la película Bob Spit: We Do Not Like People. Para quien no lo conozca, es un film en stop motion que trabaja con el universo del historietista Angeli, que es uno de los grandes historietistas brasileños. El filme es una mezcla de la estructura documental, de modo que yo estuve dos años entrevistando a Angeli, intentando entender qué pasa en la mente de un creador y lo que lleva a un creador como él a tratar de matar a sus personajes. Así que hay un lado documental y un lado ficticio en el que los personajes tratan de sobrevivir la ira de su creador.

El largometraje es muy interesante y, además de estar en el festival de Annecy, acaba de obtener dos galardones en los Premios Quirino, entre ellos el de Mejor película iberoamericana de animación. ¿Qué te ha parecido el reconocimiento?

Creo que el reconocimiento en los Quirino es algo que muestra no solo el trabajo como realizador de stop motion sino también toda la producción iberoamericana, la calidad de lo realizado. Creo que los Premios Quirino traen y aproximan a las personas y al universo de animación iberoamericano. Los coloca a todos juntos y favorece un intercambio, que es lo que muchas veces nos falta, sobre todo a los brasileños, por hablar portugués, que es una limitación por esa barrera lingüística. Echo en falta esa conversación, y ver lo que ha sido producido en América Latina, en el universo iberoamericano, es una cosa increíble. Tenemos una calidad de producción que está dialogando con todo el mundo.

¿Cuáles son las mayores alegrías que te ha traído la película?

Lo que más me agrada es hacer el filme que realmente quería hacer. Yo crecí leyendo Chiclete Com Banana, que es la revista creada por Angeli en los años 90. Cuando hice el filme tenía el deseo de que fuese un filme muy hermético, muy cerrado para quien conociera el universo de Angeli. Otra cosa es que mientras lo hacía tuve el cuidado de presentar ese mundo para quien no conociera o leyera la revista. Uno trabaja de esa manera, pero no sabe qué será exactamente del filme cuando lo termina y lo presenta al público. La primera gran alegría fue en el estreno en Annecy, yo estaba en Brasil, porque estábamos viviendo el periodo de Covid-10, y el día siguiente una animadora vietnamita que había visto el filme me escribió comentando lo que había visto y sentido. En ese momento pensé que el filme estaba funcionado también entre quienes no conocían a Angeli. Entonces creo que con eso me quedo, llevar un trabajo que es muy nuestro pero también compartirlo de una manera que sea comprensible para todo el mundo.

¿Cuáles fueron las mayores dificultades o retos de sacar adelante una película de stop motion?

Muchas. Primero, uno empieza a hacer una película en stop motion y no sabe qué es hacer un largometraje en stop motion. Parece que uno no lo va a acabar nunca. Parece un proyecto sin fin. Pero creo que específicamente en este filme el gran desafío fue trabajar con material documental. Entrevisté a Angeli durante dos años, grabé cerca de treinta horas de material con él, entonces tenía mucho material en la mesa de edición, pero sabía que en la animación no tienes el lujo de producir más de lo que quieres colocar. Solo hacer un segundo más es mucho trabajo. El desafío fue dar con esa relación entre documental, que es algo mucho más abierto en términos de material, y pensar en clave de stop motion para ser lo más económico posible.

Y luego la construcción del filme, porque el proceso es complejo. Tienes que aprender a trabajar con un equipo mucho mayor que cuando haces un corto, cuando lo haces solo tú con una o dos personas. Así que hay que aprender a organizar el ritmo de producción. Trabajé en el filme durante tres años, que estuvo en producción en el estudio, y trabajé con más de cincuenta personas al mismo tiempo. Aprender a gestionar eso es un gran desafío también.

¿En qué proyectos estás trabajando ahora?

Tengo varios proyectos. Estoy empezando un nuevo largometraje en stop motion. Es divertido porque cuando estaba en medio de Bob Cuspe dije que nunca más, nunca más voy a hacer un largo. Pero parece que uno se acaba olvidando de esas partes y cuando lo termina quiere hacer más cosas. Estoy empezando ese filme y otro trabajo que estoy haciendo que tengo mucho gusto de hacer y producir es una serie de animación con Bill Plympton. Yo le invité a visitar Brasil como turista estadounidense. El proyecto se llama ‘Bill Plympton en Brasil’ y consiste en que Bill Plympton visita varias regiones de Brasil. Estuve diez días en un proceso creativo con él, sobre esos lugares. Ahora él está diseñando los storyboards y nosotros en Brasil produciremos una animación que mezcle 2D y stop motion, que es lo que a mí me gusta.

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