Sôji Yoshikawa, Yasuo Ôtsuka. Categoría: Película. |
La película más popular de la saga Lupin III es la dirigida por Hayao Miyazaki, El castillo de Cagliostro (1979), en parte por el prestigio que alcanzó con sus trabajos posteriores, en parte porque es la mejor desde un punto de vista artístico. No obstante, un año antes de la firmada por el maestro del anime llegó a los cines la primera adaptación cinematográfica del manga de Monkey Punch, que fue la que inició una de las más longevas franquicias de la industria japonesa.
A diferencia de la dirigida por Miyazaki, que es apta para todas las edades, Lupin III: El misterio de Mamo fue concebida con la idea de ser lo más fiel posible al manga. De hecho, el equipo lo confirman, en buena medida, algunos de los implicados en la primera serie, Lupin III (1971), la misma que también procuró no alejarse mucho del tono de Monkey Punch hasta que Isao Takahata y Hayao Miyazaki se sumaron al equipo y rebajaron el contenido adulto de la propuesta para mejorar los datos de audiencia.
En el cine no era preciso pensar en el público infantil y, además, la censura era menos estricta, lo que explica que esta sea una versión del personaje algo más gamberra y, sobre todo, que el personaje de Mina Fujiko esté sexualizado -la vemos desnuda en su primera aparición-. En fin, las intenciones de la producción estaban claras desde el momento que contrataron como guionista a Atsushi Yamatoya, especialista en cine erótico.
Gracias al holgado presupuesto, mayor de lo habitual para un filme de animación japonés, también la animación es más sofisticada que la media. Otra cosa es que en algunas escenas de acción se noten ciertas limitaciones. La estética, en cambio, es sumamente interesante y los seguidores de Monkey Punch seguramente aprecien su influencia en el diseño de personajes.
La trama es también entretenida y eficaz y desarrolla una ambiciosa mezcla de géneros en la que tienen cabida la ciencia ficción, la comedia, la aventura, la acción, el crimen y hasta toques de ‘thriller’. Cierto que en ocasiones la coherencia del conjunto sufre, como en el no del todo logrado tercer acto, pero no arruina el disfrute de un filme interesante que se atrevió a renunciar al público infantil.