POLINOPOLIS.
7,5/10
El leitmotiv de Polinopolis son las primeras veces. Así la presentan sus responsables: “¿recuerdas la primera vez que viste una película de miedo, o la primera vez que le hablaste a la persona que te gustaba? ¿Y qué me dices de aquella vez en que intentaste adiestrar a un hombre lobo, recibiste una paliza de un cactus con gafas de sol o te enredaste en las vendas de una princesa momificada?”. En efecto, tiene una parte de descubrimiento adolescente -el amor, las películas para adultos, el acné…- y otro de fantasía, dado que transcurre en un universo con seres de lo más peculiares, algunos de los cuales recuerdan a los adorables monstruitos de Foster, la casa de los amigos imaginarios (2004).
Me parece interesante el imaginativo diseño de los personajes y algunas de las extravagancias de ese mundo fantástico. También son atractivos sus aspectos más absurdos, como ese grano parlante que le sale a uno de los protagonistas -en ocasiones no se queda muy lejos de los disparates de Joaquín Reyes para La hora chanante o Muchachada nui-. Sin embargo, echo de menos que emprenda algún riesgo más, o que apueste por un enfoque con mayor personalidad, en lugar de jugar sobre seguro con un tono y estética que apenas si se apartan de las tendencias comerciales contemporáneas.