GAME OVER.
4/10
Game Over fue la primera serie de animación por ordenador en 3D que se emitió en horario de máxima audiencia en la televisión en abierto estadounidense. Inició una moda pasajera que trataba de trasladar a la pequeña pantalla una tendencia que había cambiado para siempre el cine de animación. Me refiero, naturalmente, a la hegemonía comercial del 3D tras la llegada de Pixar con Toy Story (1995). DreamWorks Animation y Blue Sky Studios se habían sumado con éxito al 3D y estudios con tanta tradición como Disney habían anunciado el fin de su etapa en 2D, así que es lógico que las cadenas tomaran nota y pensaran que lo mismo iba a ocurrir con las series de animación.
Ahora sabemos que no fue así, que el 2D siguió reinando en la pequeña pantalla gracias, en parte, a la buena acogida del bloque Animation Domination de la FOX –Los Simpson, Padre de familia, Padre Made in USA…-, mientras que los primeros experimentados en 3D fueron invariablemente acogidos con indiferencia, esto es, con bajísimos datos de audiencia.
Game Over fue, por tanto, la primera en correr esa aciaga suerte, de modo que de los seis capítulos producidos solo se llegaron a emitir cinco, los dos últimos la misma noche, supongo que para quitárselos de encima cuanto antes. A pesar de tratarse de una novedad, comprendo que no tuviera éxito alguno: la serie es un despropósito y no sé a quién podría interesar.
Se presentó con el eslogan de “¿te has preguntado alguna vez que sucede cuando el videojuego termina? Bienvenido al otro lado”. Sin embargo, lo que vemos no responde a esa pregunta ni indaga lo más mínimo en la vida de los personajes de videojuegos. No explica cuales son las reglas del que se supone que es un mundo virtual, ni cual es la relación entre sus trabajos y los videojuegos… Nada de nada. Me pregunto si David Sacks estaba siquiera familiarizado con el mundo de los videojuegos cuando creó esta propuesta. Así que lo que tenemos en cambio es una sitcom de toda la vida centrada en una familia blanca de clase obrera, que para colmo cae en todos los clichés posibles con unos guiones sin apenas gracia y tremendamente previsibles.
Por otra parte, es posible que la animación 3D fuera estimable por entonces, pero ha envejecido muy mal y se ve ahora como una reliquia. De hecho, le ocurre como a prácticamente todas las series de la primera ola del 3D televisivo: sus exiguos presupuestos provocan que la estética se quede a años luz de la de los films contemporáneos; y si en estos últimos se nota el paso del tiempo, las series aún tienen peor aspecto.