PANTHEON.
8,5/10
El primer aspecto llamativo de Pantheon es que sus capítulos duren unos 42 minutos, el doble de lo habitual cuando se trata de una serie de animación. Cuando se estrenó, ya existían al menos tres precedentes: dos en Netflix (Spriggan y The Liberator), otro en Amazon Prime Video (Invincible). La pequeña novedad en este caso es que AMC+ era el primer servicio de streaming perteneciente a una cadena tradicional (AMC) que se atrevía con el formato. Eso implicaba que, de tener éxito, podría iniciar una revolución en la industria animada, con más de una cadena encargando episodios que ocupen una hora de programación, lo habitual cuando se trata de dramas rodados con actores de carne y hueso.
La que nos ocupa es la segunda serie animada de AMC+ tras Ultra City Smiths (2021) y es otro acierto artístico del servicio de streaming. Adapta las historias cortas reunidas en The Apocalypse Triptych, de Ken Liu, autor en quien el ámbito animado ya se había fijado: uno de sus relatos fue empleado para un episodio de Love, Death & Robots.
Transcurre en un mundo en la que la tecnología permite que los humanos suban sus conciencias a la nube. La primera temporada se centra en Maddie, una acosada adolescente que recibe la misteriosa ayuda en línea de alguien. Pronto descubre que se trata de su padre, muerto recientemente, cuya conciencia ha sido subida a la nube tras un escaneo experimental de su cerebro. Una trama apocalíptica y distópica que parece sacada de un capítulo de Black Mirror.
El guion es interesante a pesar de que los diálogos no son su punto fuerte, los personajes están bien construidos y aprecio numerosos aciertos en la dirección, de modo que la narración favorece el creciente interés por el devenir de los protagonistas y de la tecnología presentada.
Mejor aún son la estética, claramente influida por el anime, y la animación. Este último aspecto es probablemente lo mejor de la serie y cuesta imaginar cómo podría haberse adaptado esta trama sin recurrir al medio. Aquí la animación cumple el propósito principal de ilustrar las ideas más complejas de ciencia ficción, una meritoria labor dado que son conceptos difíciles de visualizar: imagina una tecnología que no existe, que cuesta incluso concebir. El diseño de los fondos y las numerosas metamorfosis de cuerpos son dos de las cuestiones más acertadas de una propuesta que solo por su creativo empleo de animación ya es recomendable.
En el artículo acerca de la serie publicado por el número de septiembre de la revista Animation Magazine, Craig Silverstein, creador y productor ejecutivo, menciona a Makoto Shinkai, Studio Ghibli y Satoshi Kon como algunas de sus principales influencias animadas. Juno Lee, director de animación en Titmouse, es un admirador confeso de La tumba de las luciérnagas (1988), Neon Genesis Evangelion (1995) y Mind Game (2004). Definitivamente, el anime fue una influencia, cosa que confirma Silverstein: “seamos honestos, para una serie como esta, por el tema tratado, el tono, muchas de las referencias provienen de Japón”.