PEQUEÑAS HISTORIAS ZEN (STILLWATER).
6/10
No hay nada que reprocharle a Pequeñas historias zen como propuesta educativa. A los espectadores de infantil o de edad preescolar seguramente les ayude a sobrellevar algunas de las pequeñas frustraciones y obstáculos que se encuentran en su vida diaria, como aceptar los días de lluvia, controlar los enfados, saber pedir perdón… Stillwater, el panda protagonista, es además un sabio tranquilo y reflexivo que da buenos consejos sin nunca decirles a los niños qué deben hacer, dejando que sean ellos quienes lleguen a sus conclusiones. También está muy bien que esas lecciones sean impartidas mediante historias que Stillwater les cuenta a los niños, cuentos morales de los que siempre hay una moraleja o lección que extraer.
Por otra parte, la animación 3D, aunque no sea artísticamente deslumbrante ni personal y no vaya más allá del estándar comercial contemporáneo, es agradable de ver. En cuanto a la realizada en 2D, empleada para ilustrar los cuentos, tampoco es que sea una maravilla pero al menos los fondos son estimables y algo más artísticos. No es una serie recomendable por la parte visual, pero tampoco falla por ese aspecto.
Lo que ocurre es que, más allá de su valor didáctico, su interés como propuesta de entretenimiento es escaso. Ignoro cómo serán los libros de Jon J. Muth en los que está basada, pero la adaptación es poco imaginativa, sin un ápice de aventura o de sentido del humor y con unas tramas terriblemente flojas y predecibles. Los padres a los que les parezca bien que sus hijos vean series que parecen una prolongación de la escuela seguramente estén entusiasmados. Quienes prefieran que vean propuestas personales, artísticamente aventuradas y estimulantes para su imaginación, mejor que prescindan de Pequeñas historias zen.
