Winsor McCay. Categoría: Cortometraje. |
Gertie the Dinosaur es uno de los cortos más importantes de la historia de la animación. Por entonces, el prestigioso historietista Winsor McCay era ya una institución del cómic estadunidense y había creado al menos dos destacados cortos, Dreams of a Rarebit Fiend (1909) y The Story of a Mosquito (1912). Sin embargo, este fue particularmente influyente en el desarrollo del medio porque propuso a un protagonista, un dinosaurio llamada Gertie, con una marcada personalidad, cuestión que hasta entonces había estado casi enteramente ausente en el ámbito animado.
Daniel Eagan, en su texto para la Librería del Congreso de los Estados Unidos, precisa que el estreno se produjo en el Palace de Chicago, el 2 de febrero de 1914. “recibió entusiastas críticas allí y de nuevo cuando llevó el espectáculo a Nueva York”. La obra pertenece a un periodo en el que buena parte de las primeras animaciones no estaban pensadas para los cines -aunque algunas se proyectasen también en esas salas- sino para los espectáculos de variedades de los teatros.
McCay era, justamente, un popular artista de variedades que decidió ampliar sus “chalk talks” -espectáculos en los que un dibujante realizaba caricaturas rápidas sobre el escenario- con versiones animadas de sus dibujos. Su gran hallazgo en este caso, y la razón principal de su éxito, es que plantease la animación de tal modo que daba la sensación de que el dinosaurio obedecía órdenes como “haz una reverencia” o “levanta una pata”. En un momento dado, al no obedecer, su creador incluso la regaña y esta se pone a llorar. En la parte final, como ‘tour de force’ extra, hasta aparece un alter ego animado del cineasta.
El corto debió de ser claramente más eficaz como espectáculo de variedades, proyectado mientras Winsor McCay hablaba con la criatura sobre el escenario. La versión cinematográfica, que incluye un prólogo y una conclusión no animada, no posee el mismo encanto. Ver a Gertie seguir las órdenes escritas en los intertítulos no produce el mismo efecto. Ahora bien, la animación sí resulta admirable por su calidad artística, máxime cuando se sabe que debía dibujar no solo las poses del dinosaurio y otros personajes, sino el fondo en cada fotograma -los acetatos aun no se empleaban-. Que a pesar de eso su trazo sea tan rico y detallado tiene especial mérito y confirma a McCay como un padre de la vertiente artística del medio, por oposición a la industrial, que fue la adoptaba mayoritariamente en las décadas venideras. La industria sí tomó nota, en cambio, de una de sus aportaciones, el empleo de ‘loops’.
La introducción al corto, por cierto, ofrece la curiosidad de ver al dibujante en acción y, cómo no, los miles de dibujos que realizó para la animación. Esa es una característica de la era y de Winsor McCay que ya había empleado antes: no bastaba con mostrar el resultado. La técnica era tan novedosa todavía que era preciso mostrar también cómo se realizaba y, de paso, recalcar hasta qué punto era necesaria una laboriosa tarea y un talentoso dibujante. En definitiva, puede que la protagonista de la animación sea Gertie, pero en el corto comparte protagonismo con su creador.
En su excelente libro Understanding Animation (1998), Paul Wells analiza la obra de Winsor McCay y, respecto a la que nos ocupa, escribe lo siguiente: “su más significativa contribución a la forma animada es el desarrollo de la personalidad o de animación con personajes (…) El juguetón dinosaurio Gertie arroja alegremente un mamut en un lago y claramente muestra una actitud. Este antropomorfismo (otorgar a criaturas atributos, habilidades y cualidades humanas) influyó luego en la obra de Walt Disney y, de hecho, sigue siendo el centro de atención de buena parte de la animación”. Más adelante, en un capítulo dedicado a los mecanismos cómicos del medio, retoma la obra como ejemplo y escribe: “el humor esencialmente reside en su comportamiento y su ‘interpretación’ y no en la ejecución de ‘chistes’ estructurados. Gertie anticipa totalmente las personalidades enteramente desarrolladas de Mickey, Donald, Pluto y otros que emergieron de Disney Studios, que inevitablemente prolongaron este tipo de animación y su potencial cómico”.
El corto fue votado como el sexto mejor de la historia por más de un millar de profesionales de la animación para el libro editado por Jerry Beck, The 50 Greatest Cartoons (1994), publicación que, en su descripción, insiste en la introducción de la personalidad: “Gertie es un hito de la historia de la animación, aunque solo sea porque Gertie es el primer personaje animado con una verdadera personalidad. Filmes previos de animación, especialmente los de pioneros como J. Stuart Blackton o Émile Cohl eran esencialmente ‘películas con trucos’ (trick films), que presentaban como novedad la magia de los dibujos animados”.
El libro incluye también un texto de John Canemaker, biógrafo de Winsor McCay y responsable de reivindicar su obra, en el que figura el siguiente párrafo: “las lágrimas de Gertie son, de hecho, un bautizo, consagrando un nuevo tipo de animación que llevó al ahora popular panteón de niños con personalidad que incluye a Felix, Mickey, Bugs, Grumpy, Dopey, Happy, etc…”.