James Algar, Clyde Geronimi, Jack Kinney y H.C. Potter. Categoría: Película. |
El 7 de diciembre de 1941 se produjo el ataque a Pearl Harbor, que derivó en la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Un día después, las instalaciones en Burbank de Walt Disney Studios fueron ocupadas por el ejército. Fue la primera y única vez que un estudio de Hollywood estaba bajo ocupación militar y era convertido en una máquina de propaganda. Sin embargo, era una decisión comprensible: se trataba de la más potente factoría de animación, un medio idóneo en la creación de vídeos instructivos para los militares y propagandísticos para los civiles.
El primer largometraje creado con fines propagandísticos fue Saludos Amigos (1942), realizado por encargo del Departamento de Estado de los Estados Unidos, como parte de la Good Neighbor policy, la política de buena vecindad con los países latinoamericanos. Película que, por cierto, satisfizo a Walt Disney lo suficiente como para proponer una continuación, Los tres caballeros (1944).
Sin embargo, entre uno y otro, el estudio produjo el film que más claramente ilustra su compromiso con la propaganda bélica estadounidense: Victoria por Medio de la Fuerza Aérea (1943). La particularidad de esta obra es que fue Walt Disney quien, tras haber leído el libro homónimo del pionero de la aviación Alexander P. de Seversky, decidió adaptarlo. Tal era su entusiasmo que quiso financiarlo personalmente, a pesar de que por entonces las arcas de la compañía no estaban muy boyantes debido al cierre de la mayor parte de mercados.
Por otra parte, no se trata exactamente de un largometraje didáctico para el ejército, ni tampoco parece que su propósito fuera convencer a la población estadounidense de la necesidad de invertir en armamento. El principal propósito era defender la tesis de Seversky de que la manera más eficaz de ganar la Segunda Guerra Mundial -y de hacerlo lo más rápidamente y con el menor costo posible- era a través de la aviación, rama del ejército que debía ser privilegiada y a la que debían dedicarse muchos más esfuerzos y medios.
Por lo visto, a Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt les convenció lo expuesto en Victoria por Medio de la Fuerza Aérea y el presidente de Estados Unidos concluyó que Disney podía ser un aliado a la hora de difundir mensajes de manera clara y persuasiva. Hasta qué punto la visión de Seversky cambió el rumbo de los aliados es discutible, pues la ofensiva aérea había comenzado meses antes del estreno del film. Tampoco todos sus puntos de vista son juzgados como adecuados, retrospectivamente, según Barrett Tillman, auto del libro Whirlwind: The Air War Against Japan 1942-1945 (2010).
En lo que respecta a la animación, si se tiene en cuenta las limitaciones presupuestarias y la rapidez con la que Walt Disney quiso tenerla lista -en tiempos de guerra cada día contaba-, es bastante mejor que buena parte de los largometrajes que la compañía estrenó durante la década tras Bambi (1942) -la última que pudo realizar en condiciones normales-.
Sí emplea animación limitada en algunos pasajes particularmente didácticos, como cuando ilustra la estrategia de Seversky a través de mapas y gráficos, pero incluso esos pasajes resultan visualmente llamativos y el uso de símbolos es muy claro. En cambio, la primera parte que, expone brevemente la historia de la aviación, es de notable calidad, mientras los pasajes que muestran los combates son imponentes. Imagino la sensación que tuvo que causar entre el público en un momento en el que la victoria aliada no se daba precisamente por segura.
Las partes de imagen real, en las que Seversky se dirige directamente al espectador, son sin embargo bastante menos atractivas y han envejecido mal. En esas escenas documentales es donde más se nota que se trata de una producción con fines propagandísticos.
Una rareza en la filmografía de Walt Disney Studios y única película del estudio no apta para púbico infantil.