Anton Gino Domenighini. Categoría: Película. |
La Rosa di Bagdad y I fratelli Dinamite, de los hermanos Nino y Toni Pagot, son los candidatos al título de primer largometraje de animación italiano. Como las dos se estrenaron en el festival de Venecia de 1949 y solo de la dirigida por Anton Gino Domenighini se conoce la fecha de estreno comercial, no hay forma de saber cual debería mencionarse como primera. Habitualmente, no obstante, I fratelli Dinamite se considera la que inauguró la filmografía italiana de películas animadas porque esta se estrenó el 22 de diciembre de 1949, así que es poco probable que en los nueve días que quedaban para el final de año llegase a los cines la de los hermanos Pagot: se hubieran hecho la competencia la una a la otra.
En cualquier caso, de las dos, La Rosa di Bagdad es la más lograda desde un punto de vista artístico. Ambas son recomendables y buenos ejemplos de la animación con ‘cels’ europea en los 40, pero esta es de las más atractivas de la década. No alcanzó el nivel industrial de Walt Disney Studios, porque ningún otro estudio fuera de Estados Unidos podía replicar la sofisticada estructura de la compañía de Walt Disney, pero se aprecian muchos aciertos.
La cantidad de fondos, especialmente los que ilustran la ciudad, muestran una admirable ambición y cuidado del detalle. Ese es uno de los aspectos más convincentes de la cinta. El diseño de los personajes es también estimable aunque ahí se nota más la comprensible influencia de Disney. En cuanto a la animación, teniendo en cuenta la época y las limitaciones presupuestarias, es relativamente fluida. Sí recurre a las habituales repeticiones de movimientos para ahorrar costes, pero también incluye pasajes de notable sofisticación, como el baile de las tres serpientes que imitan los sensuales movimientos de una bailarina. Tampoco está nada mal, en una de las primeras escenas, la transformación en roca de uno de los personajes.
Donde muestra ciertas limitaciones esta adaptación de Las mil y una noches es en el guion y la puesta en escena. Domenighini realizó un muy buen trabajo teniendo en cuenta que era su debut como director y del film se alaba, por ejemplo, su atrevida elección de ángulos. Sin embargo, se notan problemas con el ritmo de su irregular narración. En cambio, las canciones son un buen aliciente y, en general, la banda sonora de Riccardo Pick Mangiagalli es interesante.
Irónicamente, si La Rosa di Bagdad muestra la influencia de Disney, es muy probable que esta película fuera, a su vez, una de las inspiraciones de la compañía del ratón para su popular Aladdín (1992), que adapta la misma historia y también sitúa a Jafar como su despiadado y codicioso villano.
Nota: de este film se realizó un doblaje al inglés comercializado en Estados Unidos en 1952 con el título de The Singing Princess. Quien prestó su voz -y su canto- a la princesa protagonista fue Julie Andrews en su primer trabajo, así que en 1967, cuando la actriz estaba en el pico de su popularidad, fue reestrenado.